Navegando los Dramas de la Vida

Navegando los Dramas de la Vida

1 de septiembre de 2023

La vida es un viaje lleno de altibajos. A veces se siente como una montaña rusa, repleta de picos estimulantes y valles sombríos. En otros momentos, se siente como la rutina repetitiva de una noria que simplemente gira en círculos interminables. Continuaremos recorriendo el ciclo de la vida de una encarnación a la siguiente hasta que hayamos aprendido nuestras lecciones. Paramhansa Yogananda (pulsa aquí para ver el enlace en inglés) dijo que, en última instancia, este ciclo se convierte en un “monotonía angustiante.”

Yogananda escribió, “Cuando envían un niño a la escuela y no logra aprobar, tiene que regresar una y otra vez hasta que aprueba sus exámenes. Así también, las almas que no logran perseverar en su perfección mientras están en la escuela mortal de la educación y el entretenimiento tienen que regresar por muchas encarnaciones hasta que experimenten completamente su naturaleza oculta del Espíritu.”

Cuando estamos demasiado absortos en las emociones turbulentas de los dramas de la vida, no logramos ver el panorama más amplio. Yogananda dijo que debemos esforzarnos por estar siempre “ecuánimes y alegres.” Esta es una de esas enseñanzas engañosamente simples—fáciles de decir y entender, pero difíciles de implementar. Esta transformación solo puede ocurrir a medida que nos volvemos más desapegados y menos impulsados por la naturaleza reactiva de nuestros gustos y aversiones.

Ayer tomamos el té con una amiga querida cuyo marido falleció hace unos meses. Todavía está de luto, apenas comenzando a pasar al siguiente capítulo de su vida. Cuando perdemos algo muy preciado, es casi imposible mantenernos ecuánimes y alegres. Dios tampoco espera que lo hagamos. Incluso un gran Maestro como Yogananda tuvo un período de profundo dolor después de la pérdida de su madre terrenal. Sin embargo, eventualmente debemos avanzar a pesar de nuestras pérdidas. O ganancias.

¿Por qué deberíamos tartar de estar ecuánimes? La mayoría de los adolescentes encontrarían este concepto sofocantemente aburrido. Cuando estamos ansiosos por nuevas experiencias, abrazamos la estimulación de los altibajos emocionales. Pero como devotos que anhelamos graduarnos de este mundo de placer y dolor, necesitamos ver la vida más como una escuela, y menos como un patio de recreo.

Ayer tuvimos un encuentro maravilloso con los líderes jóvenes aquí en la comunidad de Asís (pulsa aquí para ver el enlace en italiano/inglés) donde nos hospedamos. Estas almas extraordinarias ahora están al frente de muchos aspectos de la obra aquí. Nuestro satsang juntos comenzó como una oportunidad para que nos dieran las novedades departamentales. Pero Devi llevó al encuentro en una dirección mucho más profunda. Ella dijo, “no nos cuenten solo sobre sus proyectos, sino también compartan cómo los están cambiando espiritualmente sus trabajos.” Esta fue una pregunta maravillosa para ellos, y una manera perfecta para para que nosotros mantengamos nuestro foco espiritual. Sin importar qué esté sucediendo, nos ayudará a mantenernos ecuánimes y alegres si nos preguntamos, “¿Cómo me está enriqueciendo espiritualmente esta experiencia?”

Últimamente, el concepto de gravedad específica espiritual ha estado surgiendo en mi mente y en mis charlas. Nuestra gravedad específica está determinada por el grado de expansión o contracción de nuestra consciencia. Una persona luminosa o sattwica tendrá una consciencia expandida que naturalmente siente la interconexión de toda la creación. Por el contrario, una persona densa o tamásica se enfocará principalmente en sus necesidades y deseos egocéntricos. Cada individuo flota en algún punto entre estos dos extremos.

Swami Kriyananda visitando la comunidad de Ananda en Asís.

Esta mañana se me ocurrió que en realidad tenemos dos gravedades específicas. La primera está formada por nuestros pensamientos, deseos y acciones pasadas—nuestro karma (pulsa aquí para ver el enlace en inglés) acumulado. Una segunda y más 

importante gravedad específica está determinada por nuestras aspiraciones, por lo que queremos llegar a ser. Nuestras ambiciones espirituales podrían resumirse en una divertida calcomanía que vi una vez en un paragolpes: “Desearía ser la clase de persona que mi perro cree que soy.”

Los Maestros nos ven como almas en evolución, como santos en formación. Ellos pueden ver los ritmos más largos de la vida y también nuestra naturaleza más profunda. El Maestro una vez dijo a un grupo de discípulos, “Los veo a todos como imágenes de luz. Todo—estos árboles, arbustos, la hierba sobre la cual están parados—todo está hecho de esa luz. ¡No tienen idea de lo hermoso es todo!” Esforcémonos por convertirnos en la clase de persona que los Maestros creen que somos.

En amistad divina,

Nayaswami Jyotish


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