Los Minutos Son Más Importantes Que los Años

Los Minutos Son Más Importantes Que los Años

6 de octubre de 2023

Las vigas de cedro que enmarcaban el gran ventanal eran viejas y rugosas, llenas de pequeños agujeros y grietas. Cuando comencé a aplicar un tinte para madera para impermeabilizar las vigas, pude ver que se necesitarían muchas capas para que parecieran terminadas. De pie en lo alto de un andamio, mojé mi pincel en la lata de tinte y comencé.

Lo que llevó a este momento fue esto: una mañana alrededor de 1972, Swamiji entró al comedor del Retiro de Meditación (pulsa aquí para ver el enlace en inglés), y nos preguntó a los que estábamos terminando el desayuno, “¿Hay alguien libre para ayudarme a pintar el interior de mi nuevo domo?”

El equipo de construcción de Ananda acababa de terminar su casa. Aunque todavía se necesitaban algunos trabajos de terminación como la pintura interior, Swamiji estaba ansioso por mudarse. Un grupo de nosotros nos ofrecimos felices como voluntarios y condujimos hasta Crystal Hermitage (pulsa aquí para ver el enlace en inglés), listos para comenzar.

Esto lanzó una de las experiencias más notables de mi vida. Eran alrededor de las diez de la mañana cuando cada uno de nosotros comenzó con sus tareas de pintura, con Swamiji trabajando a nuestro lado. Yo elegí teñir las vigas que enmarcan las ventanas.

Aunque el edificio era nuevo, los carpinteros habían elegido usar una madera de cedro en bruto para las molduras del domo. Luego de unas horas de trabajo, Swamiji dijo, “Tomemos un descanso para almorzar, y luego regresemos y hagamos un poco más.”

La verdadera magia comenzó a ocurrir después de la pausa para el almuerzo. Volví a subir al andamio, y continué tiñendo y retiñendo las vigas rústicas. Al mirar el reloj mientras empezábamos después del almuerzo, vi que era poco más de la una de la tarde.

Al estar concentrados en nuestra pintura, éramos ajenos al paso del tiempo. Pintamos y teñimos, y en vez de sentirnos cansados, estábamos cada vez más felices de estar ayudando a Swamiji. Finalmente él dijo con su entusiasmo magnético habitual, “Buenos, todos, terminemos el día.”

Nos sorprendió ver que como afuera ya estaba oscuro, el tiempo se nos debía haber escapado. Miré de nuevo el reloj, y para mi sorpresa no era de noche, ¡sino las dos de la madrugada! Habíamos estado tan concentrados en lo que estábamos haciendo que no nos dimos cuenta de que habían pasado más de doce horas.

Creo que Swamiji nos bendijo ese día con la experiencia de un estado de concentración profundo y prolongado.  Probablemente así era cómo el abordaba todo lo que hacía, pero para nosotros fue una revelación ver como una sensación de atemporalidad acompañaba nuestra concentración absorta.

Porque el tiempo y el espacio no son reales en sí mismos, sino que son divisiones que pertenecen al reino de maya, o dualidad. De hecho, la palabra sánscrita “maya” significa precisamente eso: “el medidor.” Con una mente profundamente concentrada, podemos entrar en el estado de superconsciencia, que trasciende tales dualidades. Creo que eso es lo que pasó mientras pintábamos el domo de Swamiji ese día.

Kriyanandaji a menudo hablaba de la importancia de prestar “atención aguda y alerta” a todo lo que hacemos. El paso siguiente es enfocar profundamente nuestra atención no solo en lo que estamos haciendo exteriormente, sino interiormente en Dios. Esto es esencial para una meditación más profunda y para el despertar espiritual.

Paramhansa Yogananda dijo, “Los minutos son más importante s que los años. Si llenas los minutos de tu vida con pensamientos de Dios, encontrarás los años de tu vida automáticamente saturados con la consciencia de Dios.

“Nunca pienses en el mañana. Ocúpate de hoy y todos los mañanas serán atendidos. No esperes hasta mañana para meditar. No esperes hasta mañana para ser bueno. Sé bueno ahora. Cálmate ahora. Será el punto de inflexión de tu vida.”

Dentro de nosotros yace el poder latente de enfocar nuestra mente totalmente en Dios o en una de Sus cualidades, como el amor, la alegría, la compasión, el altruismo. Cuando hacemos esto, el áspero exterior de la vida comienza a desvanecerse, y los jardines celestiales del “Eterno Ahora” nos abren sus puertas, cambiando nuestra perspectiva de la realidad para siempre.

Haciendo, haciendo, un día está hecho,

Nayaswami Devi

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