¡Da Ese Paso!

¡Da Ese Paso!

24 de febrero de 2023

Conducir en una noche tormentosa hacia un destino incierto es una experiencia abrumadora para todos nosotros. También es una analogía perfecta para los desafíos en nuestro viaje espiritual.

Primero, nos subimos a nuestro auto y nos alegramos por el momento de estar fuera de la tormenta. (Este es nuestro primer paso en el camino hacia Dios, en el cual anhelamos escapar de la agitación de la vida y encontrar paz mental.)

A continuación, no estamos seguros de conducir en la tormenta. Incluso comenzamos a cuestionarnos si vale la pena llegar a destino, por lo que decidimos cancelar el viaje. (Algunos buscadores nuevos se desaniman antes de comenzar, y deciden que el destino desconocido de encontrar a Dios y las exigencias del viaje son demasiado. Se dan por vencidos antes de haber siquiera comenzado.)

Luego, si somos lo suficientemente valientes, nos armamos de coraje para arrancar el auto, encender las luces delanteras, y revisar nuestro GPS para tener una idea de hacia dónde vamos. (Generamos la energía inicial para comenzar el viaje, luego emitimos la energía positiva que nos permite encontrar una guía verdadera—el gurú—que puede mostrarnos hacia dónde nos dirigimos y cómo llegar allí.)

Así comienza el viaje. Ya que las luces delanteras nos permiten ver un poco más adelante, avanzamos despacio y con cautela. Esperamos que el camino se aclare mientras seguimos conduciendo. (Cada paso en el sendero espiritual se revela a medida que lo abordamos. Las técnicas y las enseñanzas van tomando forma a medida que avanzamos.)

En este punto, la tormenta parece estar amainando, y comenzamos a relajarnos y disfrutar el viaje. A medida que nos acercamos a nuestro destino, las luces de la calle aparecen para guiarnos, el camino se ensancha, y las señales del final de nuestro viaje son más frecuentes. (A medida que avanzamos hacia nuestra meta spiritual, el karma oscuro que oscurecía nuestro camino parece disiparse. Nuestro sendero interior hacia Dios se ilumina más intensamente, y llegar a Él comienza a parecer posible.)

Finalmente, mientras nos acercamos a nuestro destino, comenzamos a acelerar, porque vemos que nos estamos acercando al final del viaje. Con un suspiro de alivio, nos damos cuenta de que la meta que por tanto tiempo parecía oscura ahora es familiar y acogedora. (Aunque el viaje espiritual aparentemente está lleno de peligros e incertidumbre, a medida que continuamos se acrecienta el impulso. Nos damos cuenta de que siempre hubo un Pasajero Invisible en el asiento trasero guiando silenciosamente nuestro camino hacia nuestro verdadero hogar en Dios.)

Para completar el viaje, debemos encontrar la fe para confiar en que nunca estamos solos en el sendero espiritual, y que la gracia de Dios siempre está con nosotros. Pero también debemos tener el coraje para dar el siguiente paso, y luego el siguiente, hasta que llegamos a nuestra meta.

“El Sendero,” de Nayaswami Jyotish.

Una vez Yoganandaji (pulsa aquí para ver el enlace en inglés) estaba corrigiendo a un discípulo por algún comportamiento que necesitaba cambiar. El hombre trató de justificarse respondiendo, “Es fácil para ti decirlo—eres un maestro.”

Yoganandaji respondió con fuerza: “¿Y qué crees que me hizo un maestro?” En otras palabras, es al enfrentar nuestros desafíos y superarlos que alcanzamos la libertad del alma. El viaje puede parecer oscuro y desalentador, pero si damos cada paso que tenemos delante, con la gracia de Dios, llegaremos allí.

El Maestro, que tiene el alma de un guerrero espiritual, escribió un poema maravilloso, “Mi Alma Está Marchando.” Está lleno con la determinación y el poder de llegar al final del viaje. A medida que leas estas estrofas extraídas del poema, trata de visualizarlo en una armadura de luz brillante sosteniendo una espada llameante para guiarnos hacia adelante:

Las flores florecieron, luego se escondieron en la penumbra;

La generosidad de los árboles cesó;

Hombres colosales han ido y venido,

¡Pero mi alma sigue marchando!

 

Oscuridad, muerte, y fracasos compitieron;

Intentaron ferozmente bloquear mi camino.

Mi lucha con la Naturaleza celosa es fuerte,

¡Pero mi alma sigue marchando!

 

Da el siguiente paso con determinación, amigo. Marchando valientemente llegaremos—cada uno de nosotros—al final del viaje.

Nayaswami Devi

 

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