Un caso de identidad equivocada

Reflexiones de Nayaswami Pushpa

En el mostrador de facturación del aeropuerto había largas filas. Uno de los pasajeros estaba cada vez más furioso pensando que iba a perder su vuelo. Intentó saltarse la fila, pero el asistente le dijo que tendría que esperar su turno como todos los demás. El hombre, lleno de justa indignación, le gritó: “¿No sabes quién soy?” Sin perder tiempo, el asistente tomó su micrófono y se dirigió con calma a todo el aeropuerto, diciendo: “¡Atención, por favor! ¿Alguien reconoce a este hombre? No sabe quién es”.

¿Quién soy?

Recibí mi nombre espiritual, Pushpa (flor), de Swami Kriyananda en India en 2005. Sin embargo, a finales de los 90 todavía me conocían por mi nombre de nacimiento, Kathleen. Un día, durante esos años, Swami ofreció un servicio dominical en Ananda Palo Alto y después, estuvo bendiciendo a la gente. Finalmente llegó mi turno. Me arrodillé frente a él, conversamos brevemente y me bendijo y luego dijo, con intensidad: “Olvídate de Kathleen Rainbow. Eres solo una hija de Dios”.

Dije: “Sí, Swamiji”. Pero estaba confundida y realmente no entendía lo que quería decir. A lo largo de los años, he reflexionado y meditado sobre el mensaje que me dio ese día. Lo que he llegado a comprender es que cada uno de nosotros siente la necesidad de crear una persona compuesta de muchas autodefiniciones. Algunas de las autodefiniciones que albergaba en ese momento eran: soy docente; era un ejecutivo corporativo; soy consejera; Soy una mujer. Cuando defino quién soy en cualquiera de esos términos, me estoy identificando con mi ego. Ninguna de esas definiciones son realmente lo que soy.

En el homenaje a Nayaswami Anandi, quien dejó su cuerpo en enero del 2022, Nayaswami Jyotish dijo: “Anandi siempre estaba escuchando los susurros de Dios que nos llevaban de nuevo a la dicha de nuestro verdadero Ser. Aunque tuvo muchos papeles diferentes y dio innumerables clases y charlas, nunca se identificó con lo que hacía”.

Swami Kriyananda decía que debemos deshacernos de nuestras autodefiniciones porque nos hacen sentir separados de Dios. Tú y yo somos mucho más que esas definiciones que ocultan nuestra verdadera identidad. ¡Así que perdamos todas esas autodefiniciones y seamos libres! Dios es nuestra Madre Espiritual, nuestro Padre, nuestro Amigo Divino. Así que . . . ¿quién soy?

¡Soy un hijo de Dios!

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