Solo por Diversión
17 de Julio de 2020
Nunca escriban poesía una perezosa mañana de verano. Estaba sentada en la cama leyendo un buen libro, bebiendo té, y disfrutando de un poco de relajación. Pero finalmente no puede posponerlo por más tiempo, y supe que era tiempo de enfrentar las tareas que tenía por delante. Cuando estaba a punto de mover mi pie desde la cama hasta el piso, eché un vistazo mis dedos del pie.
En un estado de ánimo caprichoso, comencé a pensar a cuántos lugares y kilómetros estos pies habían ido conmigo; cómo los había golpeado incontables veces contra los muebles, o los había puesto en zapatos incómodos; cómo habían estado allí cuando corrí esa maratón; y como me habían acompañado silenciosamente en todas las aventuras de mi vida. Entonces llegó el poema:
Siempre Allí
Vienen conmigo
Donde quiera que vaya—
Los dedos de mis pies.
Se queda conmigo
Dondequiera que vaya—
Mi nariz.
Pero si eligiesen—
Mis pies y mi nariz—
Hacer otros planes para el día.
Sin estos fieles compañeros,
Creo que me perdería.
Tonto, ¿verdad? Sin embargo, cuanto más pensaba en ello, más veía que todas y cada una de las partes del cuerpo humano son un regalo maravilloso. Nuestras versátiles manos—que pueden cocinar comidas, crear pinturas, plantar flores, arreglar puertas rotas, o tranquilizar a un niño enfermo—reflejan la inteligencia divina del Creador. Detrás de los ojos que ven, los pulmones que respiran, o el corazón que bombea yace la presencia sustentadora de Dios.
Siente la Única Vida Divina que fluya a través de todos nosotros.
Qué ciegos y tontos somos en pensar que somos nosotros quienes realizamos todas estas actividades. Ya que ingresé al reino de la “poesía,” busqué un poema del Maestros para que me instruya:
Tú en Mí
Cuando sonrío
Tú sonríes a través de mí;
Cuando lloro
Tú lloras en mí.
Cuando despierto
Tú me saludas;
Cuando camino
Tú estás conmigo.
Tú ríes y lloras, Tú despiertas y caminas
Como yo: soy a Tu semejanza.
Pero cuando sueño,
Tú estás despierto;
Cuando tropiezo,
Tú estás seguro;
Cuando muero,
Tú eres mi vida.
Por eso hoy, trata de sentir que justo debajo de tu vista y respiración, es Dios quien está viendo y respirando. Justo debajo del canto del ave o de los árboles meciéndose en la brisa, siente que es la Única Vida Divina la que fluye a través de todos nosotros.
Con amor y gozo,
Nayaswami Devi