Sin Dinero en Brindaban

25 de Octubre de 2019

Uno de los capítulos más memorables en Autobiografía de un Yogui es “Dos muchachos sin dinero en Brindaban,” en el cual Yoganandaji pone a prueba su fe en Dios. Si recuerdan, el joven Yogananda y su amigo y compañero de búsqueda, Jitendra, hacen una parada para visitar al escéptico hermano mayor del Maestro, Ananta, en su hogar en Agra.

Tratando de minar la fe de su hermano menor, el materialista Ananta declara: “¡Primero el dinero; Dios puede venir después! ¿Quién sabe? La vida puede ser demasiado larga.”

Yoganandaji responde en forma desafiante: “¡Dios primero; el dinero es su esclavo! ¿Quién puede saberlo? La vida puede ser demasiado corta.”

A la mañana siguiente, Ananta les presenta a los dos jóvenes un desafío a su fe. Él les proveerá un boleto de de tren de ida a la ciudad cercana de Brindaban, donde Krishna representó la gloria de su vida temprana. Debían cumplirse las siguientes condiciones: Ellos debían 1) no llevar dinero, 2) no pedir dinero ni comida, 3) no revelar a nadie su dilema, 4) no saltearse ninguna comida, y por último 5) no quedar varados allí.

Sin dudarlo (pero con una leve reticencia de parte de Jitendra), Yogananda acepta el desafío.

Lo que sigue es una de las pruebas más encantadoras e inspiradoras del cuidado siempre presente de Dios por Sus hijos. Comidas abundantes son provistas milagrosamente. Un joven, Pratap, tiene una visión de Krishna, que le muestra los rostros de Yogananda y Jitendra sentados bajo un árbol. Pratap los encuentra, y amablemente los guía por Brindaban, proveyéndoles deliciosas golosinas y también boletos de regreso al hogar de Anata en Agra.

Al final de su aventura divina, un Jitendra transformado admite, “¡Qué superficial es mi fe! ¡Mi corazón ha sido de piedra! ¡En el futuro nunca dudaré de la protección de Dios!” Cuando los dos jóvenes regresan, habiendo cumplido más que ampliamente cada una de las condiciones del desafío, un Ananta conmovido se vuelve solemne y luego serio. Contrario a la tradición, insiste en que su hermano menor lo inicie allí en ese momento en Kriya Yoga.

Los días de protección divina en Brindaban no terminaron. Durante muchos años, viudas abandonadas y maltratadas de toda India se han trasladado hasta allí para buscar la protección del Señor Krishna. Se estima que ocho mil “madres viudas” sin hogar y desamparadas mendigan en las calles para sobrevivir.

En 2014 Ananda estableció el Centro de Caridad Paramhansa Yogananda (Paramhansa Yogananda Public Charitable Trust, pulse aquí para ver el enlace en inglés) para cuidar a aquellos que han sido rechazados sin piedad tanto por la familia como por la sociedad. Actualmente tenemos cinco ashrams, que albergan 130 madres viudas y les proveen un ambiente limpio y edificante, comidas saludables, y cuidado médico. Además, los trabajadores del Centro hacen visitas a domicilio a los pobres de Brindaban, se estima que proveyendo a unas cuatro mil personas necesitadas con leche fresca, alimentos básicos, y vegetales.

Podría compartir más detalles con ustedes acerca de los logros del Centro, pero las historias reales tienen que sentirse con el corazón. Cuando hace poco estuvimos de visita allí, vimos mujeres mayores dignas, que recientemente habían estado mendigando sin hogar, y ahora eran cuidadas amorosamente y respetadas.

Cubiertas con gracia con unos simples saris, las madres viudas estaban ocupadas manteniendo limpio al ashram, trabajando en proyectos artesanales, o cuidando a otros en el ashram que necesitaban más ayuda. Sus cuartos eran coloridos y ordenados; un aura de bendiciones y luz parecía llenar a todos y todo lo que vimos.

Nos contaron que sus propias familias las habían maltratado y rechazado, pero que ahora, con el personal del Centro, habían encontrado más amor del que habían conocido antes. Una dijo, “Ahora esta es mi familia. Soy tan feliz aquí. Nunca volveré.” Al final del día, mientras conducíamos de regreso a Delhi, nuestros corazones estaban llenos de reverencia y gratitud por saber que se está haciendo semejante trabajo en nombre de Dios.

Hace más de cien años en Brindaban, Yoganandaji aceptó el desafío de su hermano y nos mostró que la fe en la protección de Dios nunca es injustificada. Hoy, en esa misma ciudad, él nos está demostrando esa misma verdad una vez más, a través de este centro fundado en su nombre.

Tales ejemplos de protección divina nos son dados no para que aplaudamos desde el costado, sino para fortalecer nuestra propia fe. Cuando, en medio de la oscuridad y la duda, podemos reunir el coraje y la confianza para pedir la ayuda de Dios, no seremos dejados con las manos vacías. Más bien, encontraremos una abundancia de amor y apoyo proveniente de una fuente que la persona materialista puede no conocer nunca.

Con gratitud por nuestra amorosa Madre Divina,

Nayaswami Devi

P.D.: Pulse aquí para disfrutar viendo un grabación en inglés de una de las historias de las viudas de Brindaban, Sridevi Ma, a través de Facebook.

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