Por Nayaswami Pushpa
El poder puede ser emocionante y estimulante y cuando lo dirige el ego, puede ser muy peligroso y destructivo.
Por otra parte, también es uno de los ocho aspectos de Dios. El poder se exalta cuando se utiliza para elevar nuestra consciencia y la de los demás. La práctica profunda y sincera de la meditación aumenta nuestra capacidad de acceder al poder que llevamos dentro.
Paramhansa Yogananda demostró de forma concluyente el poder que surge al enfocar nuestra consciencia. Sucedió cuando un pozo de los deseos de concreto, que se estaba colocando en el monte Washington, cayó sobre su pie. Mostró alternativamente a los presentes el comportamiento de alguien centrado en la consciencia corporal y luego más allá de ella. Estaba en agonía cuando se centraba en su forma física, y en dicha cuando utilizaba su poder para elevar su consciencia más allá de la identificación con el estado físico. De este modo vemos que nada puede dañarnos cuando realizamos nuestro yo con el espíritu.
Swami Kriyananda también era capaz de dirigir su consciencia a voluntad. Por ejemplo, normalmente pedía que no le pusieran anestesia mientras le hacían algún trabajo dental; no le gustaba el efecto que tenía la novocaína en su cuerpo y su mente. Explicó que mientras el dentista taladraba, él ignoraba el dolor concentrando su mente en componer música.
El poder que se experimenta cuando uno puede dirigir sus pensamientos a voluntad no tiene comparación. Cuando alguien aprieta uno (o varios) de tus botones deliberadamente y eres capaz, no sólo de superar cualquier pensamiento de contraataque o defensa, sino de sentir amor y compasión por esa persona, eso es poder.
