Nochebuena

27 de Diciembre de 2019

Mientras escribo esto es Nochebuena, y pensé que sería divertido comenzar con una breve historia antes de indagar en pensamientos más espirituales.

“Una Visita de San Nicolás (pulse aquí para ver el enlace en inglés)” es uno de los poemas más conocidos mundialmente. Comienza así,
“Era la noche antes de Navidad, cuando en toda la casa
Ni una criatura se movía, ni siquiera una rata;
Los calcetines pendían de la chimenea con cuidado,
A la espera de que San Nicolás pronto hubiese llegado;”

Este poema fue escrito en 1823 por Clement Clarke Moore, un profesor de teología en Nueva York. Al ser un teólogo, naturalmente estaba más interesado en San Nicolás que en la rata. San Nicolás fue un obispo cristiano del siglo cuatro, en lo que hoy es Turquía, conocido por dar obsequios en secreto a los más necesitados.

Moore lo retrató como un “viejo elfo alegre” con un trineo y ocho renos, deslizándose por las chimeneas y dando obsequios a los niños. Esta se ha vuelto la imagen icónica actual de Santa Claus. Pero a menudo profundas verdades espirituales se esconden en el imaginario popular.

Nochebuena y la visita de una presencia santa tienen importantes lecciones. Dos de ellas son la quietud del momento antes de ciertos eventos, y el acto de la ofrenda desinteresada.

Es casi como si el universo mismo retuviese su respiración antes de una ocasión importante como el nacimiento de un salvador. Los artistas han reconocido por mucho tiempo el poder del momento justo antes de la acción, y por eso Miguel Ángel representó a David parado inmóvil y concentrado, justo antes de la furia del combate.

Para encontrar la Consciencia Crística en nuestro interior, nosotros también debemos aquietarnos.

Para encontrar la Consciencia Crística en nuestro interior, nosotros también debemos aquietarnos. Las olas individuales del ego agitan la superficie del océano del espíritu—elevándose, cayendo, y muriendo de un momento a otro. Pero el océano mismo es calmo y eterno. Para encontrar nuestro verdadero Ser, debemos dejar ir nuestra identificación con nuestra ola de individualidad y darnos cuenta de que somos el océano mismo. Dios no es una entidad distante, sino la consciencia, nuestra consciencia, que da vida a cada átomo de la creación.

Esta conexión no puede sentirse mientras la mente y el corazón están agitados. La meditación es, en esencia, un redireccionamiento del prana de la agitación exterior hacia la calma interior. Y el momento antes de un evento, en este caso Nochebuena, es cuando el universo está apoyando más ese retraimiento.

La otra lección importante de todas las fiestas sagradas es el ideal de la entrega. Cuando la auto entrega es pura, retirada del mercado de los pensamientos mundanos, se convierte en un sendero hacia la autorrealización del Ser. Cuando damos obsequios a los demás, aflojamos el agarre que tiene el ego. Finalmente, debemos entregar todo, todo lo que tenemos y todo lo que somos. Entonces Dios puede rehacernos a Su propia imagen. Yogananda lo dijo en forma hermosa en una oración:

“Que cada sentimiento que tengo brille con Tu amor. Que cada acto de mi voluntad esté impregnado con Tu vitalidad divina. Que cada pensamiento, cada expresión, cada ambición, esté decorado por Ti. ¡O, Escultor Divino, esculpe mi vida de acuerdo a Tu diseño!”

Feliz Navidad.

Nayaswami Jyotish

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