Necesitamos Recordatorios

27 de Septiembre de 2019

Hay una historia acerca de un gurú que hizo un pedido extraño a tres de sus discípulos. “Le daré una banana a cada uno. Quiero que encuentren un lugar donde nadie esté mirando, y entonces se coman su banana. Vuelvan a mi tan pronto como hayan completado su tarea.”

El primer hombre abandonó el ashram rápidamente por la puerta trasera. Yendo detrás de la pared que lo rodea, observó furtivamente sobre su hombro y no vio a nadie. “Aquí estoy solo y seguro de todos los ojos que observan,” pensó. Comió su banana apresuradamente y regresó con su gurú en muy poco tiempo.

“He hecho lo que pediste, Maestro,” reportó felizmente.

“Muy bien mi muchacho, “respondió el gurú. “Ahora esperemos a que regresen los otros.”

La siguiente persona fue un poco más cauta. Pensó, “Siempre hay alguien mirándote alrededor del ashram. Voy a ir a los alrededores de la selva que está cerca donde estoy seguro de que estaré solo. Entonces me comeré mi banana.”

Le tomó mucho más tiempo que al primero alcanzar su destino, pero cuando entró en la selva, estuvo seguro de que no era observado. Comió su banana rápidamente, y regresó triunfante al ashram varias horas después.

El gurú lo recibió cálidamente, diciendo, “Lo has hecho bien, hijo mío. Ahora esperemos que regrese el tercer discípulo. “

Esperaron y esperaron. Las horas pasaron, y finalmente el día se convirtió en noche. La noche también pasó, y finalmente al amanecer el tercer discípulo regresó viéndose derrotado y cansado.

“Lo siento, Guruji, te he fallado,” dijo. “Primero me quedé cerca del ashram, pero no pude comer mi banana porque sentía que alguien siempre me estaba mirando. Luego caminé hacia las cercanías de la selva pensando que allí nadie me vería, pero todavía sentía que estaba siendo observado. Por último, fui a lo profundo del corazón de la selva donde los matorrales son tan espesos que son casi impenetrables. Sentí que seguramente estaría solo allí y comencé a comer mi banana, pero me detuve porque sentí que había una presencia viéndome.”

“¿Me perdonarás, Maestro?” dijo tristemente. “Aquí te devuelvo tu banana. He fallado en tu prueba.”
El gurú le sonrió amorosamente a su discípulo. “Mi muchacho,” dijo, “eres el único que ha pasado la prueba. Solo tú te diste cuenta de que siempre hay una Presencia Alerta con nosotros: es nuestro amado Señor.” Él bendijo al discípulo, a quien le fue concedida una visión de la Omnipresencia Divina.

Tan a menudo nos sentimos solos, sin ayuda, o no amados por un universo indiferente. Necesitamos recordatorios que nos muestren que nunca estamos solos, sino que siempre somos aceptados por un Dios amoroso y benevolente. Recientemente recibí dos cartas que me ayudaron a recordar esta realidad reconfortante.

Primero, un amigo compartió una historia acerca del explorador y místico británico Sir Francis Younghusband. En un momento durante sus exploraciones en la India colonial, él y un pequeño grupo tomaron su camino hacia el Tibet. Una noche, Younghusband dejó el campamento y se fue solo a las montañas. Más tarde escribió: “Era libre de dejar que mi alma se relaje. Dejé que se abra a sí misma sin restricciones… en su estado sensible era receptiva de las impresiones más bellas… Y mi experiencia fue esta—tuve la extraña sensación de estar literalmente enamorado del mundo. Sentí como si apenas pudiese contenerme a mí mismo por el amor que estaba estallando dentro de mí. Me parecía como si el mundo mismo no fuese nada más que amor… Parecía estar en sintonía con todo el mundo, y todo el mundo parecía en sintonía conmigo.”

El doble arcoíris que apareció luego de la ceremonia de ascensión de Turiya Moore en Ananda Village.

Luego, un amigo nuestro, Turiya Moore, falleció luego de una lucha con el cáncer. Algunos meses antes de morir, escribió una carta en la que dijo: “No estoy luchando con el cáncer y no estoy peleando por mi vida. ¡No estoy peleando con nada! Estoy buscando un fluir armonioso con todo esto. No creo que el cáncer haya sido malo para mí. Hasta ahora me ha ayudado más que casi cualquier cosa en la que pueda pensar. Me recuerda que estoy dentro de, que soy parte de, y experimentando algo más hermoso de lo que puede describirse con palabras. Está hecho de Amor. Y es íntimo, cariñoso, y es mío. No puedo decirles cuánto amo mi vida tal como es, como fue, y como será. No importa dónde ni cuándo me lleve, sé que soy amado y estoy protegido en Dios.”

Bendecidos con recordatorios como este, que nunca olvidemos que, incluso en los momentos más oscuros, nunca estamos solos.

Con un corazón agradecido,

Nayaswami Devi

 

Si deseas conocer acerca de nuestros cursos pulsa la siguiente imagen:

Comentarios cerrados.