Montañas internas y externas

30 de Junio de 2016

La semana pasada visitamos la comunidad de Ananda Seattle, donde un amigo, conociendo mi amor a las montañas, me entregó este poema de Hafiz:

De la belleza de la montaña se habla sobre todo desde la distancia, no mientras se escala la cumbre arriesgando la vida.
Ése es tiempo para el silencio, la absorción, la reflexión y el uso de todas nuestras capacidades.
para poder regresar del dominio de las nubes e inspirar a otros a respirar más cerca de Dios,
mientras aún se es humano, tal como nosotros lo hicimos.

Todos tenemos nuestras montañas personales que escalar, aunque por lo general son riscos interiores de nuestra propia creación, surgidos de una elección consciente o del eco del karma pasado. Cuando nos enfrentamos a un pico que parece demasiado empinado, tenemos que pedir ayuda. No hace falta gritar, basta con susurrar. Pero si no llamamos, probablemente terminemos cayendo. Podemos llamar de esta manera:

Haz estas dos preguntas a Dios o al Guru:

“¿Qué debo hacer a continuación?” Esta simple pregunta te ahorrará muchas caídas.

Y después, una vez trazado el camino: “¿Cómo debo proceder? Muéstrame dónde colocar mis pies y manos”.

El primer y mayor reto es acordarse de preguntar, a Dios no le importa nuestros fracasos, sólo nuestra indiferencia. El segundo reto es seguir realmente nuestra guía interior. Un amigo se lamentó una vez ante Swami Kriyananda, “Es tan difícil saber qué hacer.” Su memorable respuesta fue, “No, no lo es. Usted ya sabe la respuesta. Su problema es hacer lo que sabe que es correcto”.

Es necesario actuar con decisión. Swami Kriyananda contó la historia de un compañero monje que había sido un famoso alpinista. Una vez, mientras realizaba su primera ascensión en los Alpes, luego de una subida larga y difícil este hombre llegó a una cornisa desde la cual la montaña se curvaba hacia arriba y hacia afuera. Sin poder continuar ni volver por el mismo camino, y frente a una muerte casi segura, decidió que era mejor escalar que quedarse y morir de hambre. Al llegar al punto en que se encontraba cabeza abajo, volvía a caer sobre la cornisa. Lo intentó una vez más, y otra vez, y otra vez. Después de numerosos fracasos, sintió una fuerza, como si una mano gigante lo estuviera sosteniendo contra la montaña. Así, fue capaz de pasar el alero y llegar a la cima sin mayor dificultad. El descenso por la otra cara de la montaña fue fácil.

"Meditación en el Monte Rainier" - pintura por Nayaswami Jyotish

“Meditación en el Monte Rainier” – pintura por Nayaswami Jyotish

A diferencia de una montaña, el gurú es consciente y espera ansiosamente nuestro llamado, un llamado que a veces podría no ser dirigido hacia él conscientemente, pero, no obstante, emitido a través de una acción valiente. Si abrimos nuestro corazón a Él, Él entrará a darnos tanto la guía que necesitamos como la gracia para superar nuestro reto.

Una vez que hayamos escalado nuestra montaña, tendremos un don precioso para compartir. Para quienes están en medio de su lucha,, podremos ser un guía en la ruta que conduce siempre hacia arriba. Como dice Hafiz, “podemos volver desde el dominio de las nubes e inspirar a otros a respirar más cerca de Dios.”

En amistad divina,

Nayaswami Jyotish

Comentarios cerrados.