La Naturaleza del Amor Divino

 

27 de Abril de 2017

 “Conocí a Swami Kriyananda cuando comenzó a dictar clases en San Francisco a fines de los ’60,” me dijo David durante una de las raras conversaciones que mantuvimos. Introvertido y callado, David casi nunca hablaba, pero él no necesitaba palabras para transmitir su profunda y transparente devoción por Dios.

David continuó diciendo con la simplicidad y el gozo de un niño, “Aunque Swamiji y yo solo hemos hablado unas pocas veces desde que lo conocí, él es mi mejor amigo.”

 

 

 

 

 

Kriyananda con Jyotish y Devi en1989.

¿Cuál es la naturaleza del amor divino para poder evocar tal relación de por vida, y silenciosa? Yo creo que es una hermosa mezcla de lo personal y lo impersonal: tocando la parte más interior de nuestro ser, pero al mismo tiempo disolviendo nuestra individualidad.

En Autobiografía de un Yogui, Paramhansa Yoganandaji describe su encuentro con la gran santa Ananda Moyi Ma de esta manera: “Ella se sentó a mi lado con una sonrisa infantil. Hacía que uno se sintiera como el más cercano y querido de los amigos, y sin embargo alrededor de ella siempre había un aura de lejanía—el paradójico aislamiento de la Omnipresencia.”

El 21 de Abril de 2017 honramos el cuarto aniversario del fallecimiento de Swami Kriyananda, teniendo una meditación de seis horas en Crystal Hermitage, su hogar en Ananda Village. Ese día, muchos devotos al meditar sintieron su presencia viva con mucho poder.

Más tarde, un amigo me dijo, “Había una forma particular en la que siempre me sentía bendecido cuando estaba cerca de Swamiji. Durante la meditación, sentí eso con mucha fuerza.”

 

 

 

 

 

 

 

Yendo a conducir el servicio Dominical en 2008.

A medida que las horas pasaban durante la meditación, yo también sentía la esencia de la forma en que se relacionaba conmigo: Era principalmente impersonal, pero también personal en el sentido de que tocaba la naturaleza propia de mi alma. Cuando comencé a mantenerme en ese sentimiento, fui más y más profundo en la quietud.

Comencé a entender que este es el obsequio del amor divino: Es un amor dirigido a nuestra alma, y al profundizar nuestra consciencia de él, somos guiados hacia el corazón de Dios.

Yoganandaji termina su hermoso poema “Cuando Yo Sea Sólo un Sueño,” con estas líneas:

Y aún cuando yo para ti sea solo un sueño,

Volveré para recordarte que tú también eres nada

Más que un sueño de mi Amado Celestial;

Y cuando sepas que eres un sueño, como yo lo sé,

Estaremos siempre despiertos en Él.

En amistad divina,

Nayaswami Devi

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