La Meditación Embellece nuestra Vida

Como MeditarAl despertarme hoy, mientras doy gracias por todo lo que estoy recibiendo en la vida, una extensión de flores se abre delante de mí; me asombra un poco, no sólo por el don de las flores, sino también porque no se trata de un prado con flores, o flores sobre sus tallos, sino de una extensión alfombrada de flores. La contemplo, qué visión tan reconfortante y bella, qué afortunada me siento porque se me conceda. La vida va siendo cada vez más plena.

Me siento caminando sobre este suelo totalmente cubierto de flores, caminando levemente, tan delicadamente que no las marchito. La vida va transformándose en un ingrávido caminar sobre flores de todos los tamaños, formas, colores; veo sus pétalos abiertos formando un tupido pavimento sobre el que poner apenas, ligeramente, los pies.

Cuando estaba aprendiendo a meditar, y sé que este campo de flores ha brotado de la meditación, la primera lección del curso decía que la meditación te aporta la integración del ser. Parecía comprenderse bien lo que quería decir, aunque al mismo tiempo era bastante vago. Ahora es como si comenzara a experimentarlo. Podría decirse que la entidad que yo soy se había separado en piezas, como un juguete de arquitectura desmontable, y las piezas están empezando a encajarse.

Me doy un tiempo para recrearme en la sensación del campo de flores. Al levantarme de este estado primaveral se esperaría un día radiante, pero abro las contraventanas y todavía es de noche. Salgo a la huerta a hacer los ejercicios antes de meditar, continúa siendo de noche y la niebla inunda el prado.

Canela y Dhyuti, los dos gatitos que aunque tienen nombre femenino son dos machos, vienen corriendo al portón conmigo, pero cuando lo abro se paran, esperan que salga yo primero y después se aventuran ellos; es su primer día-noche de niebla, y aunque les sorprendió un poco, enseguida se acostumbran y comienzan a jugar como si se tratara de un mediodía brillante de sol, se esconden entre los avellanos, revuelven el manto de hojas secas. También yo disfruto de la niebla, de este evanescerse todo, difuminarse hasta la atmósfera.

El resto del día sigue lluvioso. En el paseo por el río me detengo a ver a la lavandera que bebe en la orilla, mueve rápida la cola, echa una carrerita y después lanza su silbido. Al observar atentamente me doy cuenta de que el río ha retomado su voz, las lluvias de este mes están llenándolo y otra vez el agua nos habla. “Orar es hablar con Dios”, dice Swami Kriyananda, y “meditar es escucharlo”. Mientras escucho el agua, otro sonido se une al goce de escuchar: el viento entre las ramas ya casi sin hojas. ¿Cuánto tiempo podríamos quedarnos escuchando el agua que corre, el viento entre las ramas? Pero cae la tarde, que en esta época del año es como caer la noche, y tengo que regresar. La niebla desciende de nuevo desde las colinas como para cerrar el ciclo diurno. Ya resbala por las laderas y comienza a depositarse borrando el cauce del río. Mientras me acerco a casa vuelve a abrirse delante de mí la extensión de flores. ¡También en la niebla la vida se desliza sin peso, blandamente!

Queridos amigos, continuemos meditando, abriéndonos a la meditación, que aligera y embellece nuestra vida.

Desde la ligereza del alma,

Tyagi Indrani Cerdeira
Editora de Ananda Ediciones

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