La Generosidad de la Luz

La Generosidad de la Luz

17 de mayo de 2024

Hay un incidente fundamental en Autobiografía de un Yogui en el cual el gurú de Yoganandaji, Swami Sri Yukteswar, lo anima a involucrarse en el trabajo organizativo. Al ver su reticencia, Sri Yukteswar dice con una mirada severa, “¿Podrías tú, o cualquier otro, alcanzar el contacto con Dios a través del yoga, si una línea de maestros desinteresados no hubiera estado dispuesta a transmitir su conocimiento a los demás?”

El Maestro continúa; “Una firme resolución surgió en mi pecho: compartiría con mis semejantes, en la medida de mis posibilidades, las liberadoras verdades que había aprendido a los pies de mi gurú. ‘Señor,’ oré, ‘que Tu Amor brille siempre en el santuario de mi devoción y que sea capaz de despertar ese Amor en otros corazones.’” Así comenzó su vida de servicio a los demás.

Unos treinta años más tarde, un joven que vivía en Nueva York leyó Autobiografía de un Yogui. Estaba tan inspirado (pulsa aquí para ver el enlace en inglés) que abandonó la riqueza y la familia, y viajó en autobús a Los Ángeles con la esperanza de convertirse en discípulo de Yogananda. Durante el viaje de cuatro días, este joven, que después fue conocido como Swami Kriyananda, oró repetidamente: “Señor, quiero conocerte, y compartir estas enseñanzas maravillosas con todos.” ¡Cuánto se asemejaba su oración a la de Yoganandaji! Y así comenzó su vida de discipulado y servicio a los demás.

El 19 de mayo celebramos el cumpleaños de Swami Kriyananda, que falleció en 2013. Al pensar en su vida, nos sorprende la increíble generosidad espiritual con la que compartió con tantas personas durante casi sesenta y cinco años. Para muchos de nosotros, Swamiji dio vida a Yoganandaji y a la Autobiografía de un Yogui de una manera que nunca hubiéramos logrado por nuestra cuenta. Personalmente, había intentado leer el libro antes de venir a Ananda en 1969, pero no pude desarrollar una conexión fuerte con él.

Luego, después de escuchar a Kriyanandaji hablar sobre su gurú, me sumergí en la Autobiografía y en el sendero del Maestro, y descubrí tanto inspiración como una sensación de “volver casa” que nunca me han abandonado. Fue como si el discipulado de Swamiji fuera un conducto a través del cual yo, y muchos otros, podíamos experimentar la presencia del Maestro.

Luego estaba su generosidad al compartir las enseñanzas. De las maneras más creativas e inspiradoras, impartía la filosofía y las técnicas de este sendero no solo a quienes viven en Ananda, sino también a otros en todo el mundo. Debemos haberlo escuchado dar clases sobre la técnica de Hong-Sau (pulsa aquí para ver el enlace en inglés) en innumerables ocasiones, pero siempre era nueva y diferente. No es que variara la técnica en sí, sino que Swamiji siempre abordaba el tema desde una perspectiva nueva.

En otras palabras, la forma en que enseñaba no era una ofrenda genérica, sino que les daba específicamente a los presentes de acuerdo con lo que estaban listos para recibir y asimilar. Paso a paso, Swamiji nos acompañó en nuestro viaje espiritual, profundizando nuestra comprensión y prácticas a lo largo del camino hasta que teníamos una comprensión sutil del tema.

Con esta consciencia de quiénes éramos, Swamij nos ayudaba a alcanzar nuestro propio potencial también sugiriendo nuevas áreas de servicio desafiantes. A cada uno le daba tareas de acuerdo con lo que necesitábamos aprender, y estuvo a nuestro lado mientras a veces buscábamos a tientas nuestro camino hacia adelante. Al abrir nuevas perspectivas que alcanzar, Swamij a menudo trabajaba a nuestro lado silenciosamente y sin ser visto, guiándonos hacia la meta.

Si todo lo que hubiera logrado fuera un legado de libros charlas inspiradoras, habría sido una ofrenda notable para su gurú. Pero lo que quizás fue más valioso fue que se entregó de una manera tan personal para ayudar a innumerables personas en su viaje a Dios.

En los primeros años de Ananda, tuvimos un amigo y mentor maravilloso, Haanel Cassidy, que enseñaba métodos de jardinería orgánica. Haanel solía decir que toda la vida en la Tierra se sustenta por un milímetro de interacción entre la luz solar, el aire y los microorganismos del suelo. Este intercambio es el que crea un suelo rico en el que brotan las semillas, crecen las plantas, se producen alimentos, y se sustenta la vida.

Lo mismo ocurre con la luz de Dios. Las grandes almas nos bañan con ella, sin pedir nada a cambio, y activa las semillas espirituales que yacen latentes en nuestra consciencia. Esto es lo que permite que continúe la evolución de la consciencia, y cumple el Plan Divino para la humanidad. Sin este obsequio, y librados a nuestra suerte, estaríamos tropezando eternamente en la oscuridad.  Ofrezcamos nuestra profunda gratitud y amor a aquellos que comparten la luz de Dios, y hagamos nuestra parte para compartirla con los demás.

En amistad divina,

Nayaswami Devi

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