16 de octubre 2014
El niño tenía probablemente alrededor de ocho años. Lo vimos sólo por un momento mientras conducíamos de vuelta a lo largo de la concurrida carretera de cuatro carriles, desde el centro de Ananda en Noida hacia nuestro ashram en Gurgaon. Con coches, motocicletas, bicicletas y rickshaws de motor zumbando en ambas direcciones, el muchacho estaba colgando la ropa de su familia en el centro de la barandilla de metal entre los carriles.
De alguna manera su comportamiento -alegre, enérgico, y útil – me llamó la atención. Nos imaginamos que su familia vivía en la cabaña de lona de plástico en el tramo de tierra a lo largo del lado de la carretera. Para él, esta pequeña franja de tierra era su casa, los carriles de tráfico incesantes eran su patio trasero, y el meridiano del centro su tendedero. Todo podría haber desaparecido en un instante, pero por el momento, ésta era su realidad.
Estar en la India siempre ha mantenido una indescriptible y fascinante cualidad para mí, como si hubiera una verdad profunda debajo de la superficie que en cualquier momento está a punto de revelarse. La forma más clara en que puedo explicarlo es la revelación de una atemporalidad en el momento que pasa, lo eterno en lo efímero. El poeta William Blake lo expresó de esta manera:
Para ver un mundo en un grano de arena
Y un cielo en una flor silvestre,
Sostenga el infinito en la palma de su mano
Y la eternidad en una hora.
Con una profundidad de entendimiento y sabiduría que se remonta a la antigüedad, la filosofía de la India nos ha enseñado que este mundo es sólo una ilusión, circunscrita por los conceptos mentales del tiempo y el espacio. Los grandes santos nos han enseñado a buscar la única realidad verdadera y duradera: la presencia de Dios dentro de nuestra propia alma – que la naturaleza infinita de Dios puede ser experimentada dentro de nuestra propia finitud.
Algunas de las formas en que Dios es adorado aquí reflejan esta comprensión. Recientemente se celebró la fiesta de Durga Puja. (Representa la Divina Madre Durga en su papel como protectora y destructora del mal.) Durante esta celebración, que dura muchos días, son adoradas hermosas estatuas de barro más grande que la del tamaño natural de la diosa. Su presencia se invoca de muchas maneras: guirnaldas La adornan, kirtans son cantados en Su honor, aratis se realizan ante Ella.
Al final de todas las celebraciones, Sus estatuas son traídas a un río, sumergidas, y disueltas de nuevo en ausencia de una forma. Aquello que es eterno ha tomado forma y ahora ha vuelto, una vez más, a la eternidad.
Esto es parte de la sabiduría que nos imparte la India: para saber que a pesar de que nuestras vidas duran un breve período de tiempo, la naturaleza de nuestra alma es eterna y puede ser experimentada en cualquier momento. Como Swami Kriyananda lo ha descrito, debemos tratar de vivir en el “Eterno Ahora.”
Con amor en Dios y Guru ,
Nayaswami Devi
