¡EXPRÉSATE!

12 de abril de 2018

A medida que entrábamos en el aula de arte y contemplábamos las mesas salpicadas de pintura y las pequeñas sillas de plástico, nos sentíamos como si estuviésemos otra vez en la escuela primaria. Nos sentamos, y vimos en cada lugar una fila de potes de pintura que contenían variedad de colores; grandes pinceles planos; y un pedazo mediano de papel blanco para arte.

La tarde era parte de un retiro para mujeres que incluía meditaciones grupales, sesiones de hatha yoga, caminatas en la naturaleza, y debates grupales guiados. Hoy estábamos teniendo un taller de arte liderado por una de las artistas que residen en Ananda Village.

Nuestra instructora era un espíritu libre y lleno de gozo, y nos dijo, “Pinten cualquier cosa que se les venga a la mente.” De repente todas se quedaron heladas. Lamentos como “No soy creativa,” “Soy una pintora terrible,” “Era horrible en la clase de arte” llenaron el ambiente.

Pero nuestra instructora ya había escuchado esto antes. Ella sugirió, “Todas miren a los diferentes colores en los frascos frente a ustedes, y luego cierren los ojos y vean qué color llena su mente. Ahora mojen el pincel en ese frasco, y muévanlo por el papel.”

Para nuestro deleite, cada una de nosotras pudo producir una gran franja de color brillante en el papel blanco vacío. La instructora nos guió al siguiente paso: “Ahora sientan qué colores o formas les gustaría agregar.” Cada una comenzó a pintar lo que le venía a la mente, al principio con indecisión, y luego con más ganas.

Luego de terminar nuestros intentos iniciales, y de haber derrumbado algunas resistencias internas, nos alejamos de las mesas y comenzamos a pintar sobre grandes pedazos de papel pegados en la pared.

Poco a poco, a medida que todas lográbamos relajarnos, pusimos más energía en nuestra pintura, y comenzamos a disfrutar. Nuestros primeros pensamientos limitantes de “No puedo” o “No soy buena en esto” se desvanecieron en el placer de mezclar colores y crear imágenes.

¿Alguna de nosotras creó una obra maestra? Ciertamente no. ¿Muchas de nosotros produjimos pinturas sorprendentemente hermosas? Seguramente. Pero, ¿todas pasamos un gran momento lleno con la libertad y el gozo de la autoexpresión? Absolutamente.

Swami Kriyananda visita el preescolar de Ananda.

Paramhansa Yogananda nos enseñó la importancia de la creatividad y de un flujo positivo de energía para el desarrollo espiritual. Él estimulaba a sus estudiantes a que todos los días tratasen de hacer algo en una nueva forma que no hubiesen intentado antes.

Ya sea reacomodando los muebles en nuestra casa, planeando un proyecto con nuestros compañeros en el trabajo, relajándonos con nuestra familia, o practicando técnicas de meditación, si aplicamos la creatividad y la autoexpresión a nuestras actividades podemos descubrir el gozo de sentir el poder creativo de Dios fluyendo a través de nosotros.

Después de todo, Dios es el artista perfecto. Cada flor al borde del camino, cada hoja caída, la sonrisa en el rostro de un bebé—todo desde la piedra más pequeña hasta el pico más grande del Himalaya—es una expresión de Su creatividad. Este poder también yace dentro de cada uno de nosotros, y va a fluir libremente una vez que podamos elevarnos sobre la autocrítica y la limitación—el principio de “decir no.”

Yoganandaji nos ofreció a todos su “Invitación Sagrada” (para ver el enlace en inglés pulsar aquí):

“Sal de tu encierro de limitación. Respira en el aire fresco de los pensamientos llenos de vida. Exhala los pensamientos venenosos del desaliento, del descontento, y de la desesperación… Toma largas caminatas mentales por el sendero de la autoconfianza. Aliméntate incansablemente en el pensamiento creativo dentro de ti mismo y de los demás.

 “Todos ustedes son dioses, si sólo lo supiesen. Deben mirar en su interior. Detrás de la ola de su consciencia está el mar de la presencia de Dios. Reclamen su Herencia Divina. Despierten, y verán la gloria de Dios.”

Con libertad de espíritu,

Nayaswami Devi

 

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