Dificultades o Regalos

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Hoy el calor ha cedido un poco. En algunos momentos una brisa casi fresca recorre la huerta de frutales que veo desde mi ventana. Con el fin del mes de Agosto el intenso sol del verano va atenuándose y, ahora que comienza a caer la tarde, todo parece vestirse de un leve declinar. Una queridísima amiga me habla de una ligera sensación de frustración. ¿Quizá cuando comenzamos nuestro experimento no tuvimos en cuenta las dificultades? Quizá. ¡Pero esto nos permitió el entusiasmo! Y tras el primer entusiasmo, el flujo natural desemboca en las dificultades; es el devenir natural, no debemos alarmarnos. No es fácil tener siempre presente a nuestra alma; se nos olvida una y otra vez, o bien una y otra vez la dejamos olvidada. ¡Claro que no es fácil! ¡Claro que nos olvidamos!

Pero somos fuertes, estamos dispuestos a intentarlo también una y otra vez, y eso es lo que cuenta. En la Autobiografía de un yogui, al hablar de Ahimsa, no-violencia, Sri Yukteswar explica que Patanjali se refería al deseo de no matar. Es la intención con que realizamos nuestras acciones lo que produce o no karma. Lo que hay en nuestro corazón es lo que importa, nuestros anhelos, nuestra dirección, no lo logrado, no nuestros traspiés. Ningún esfuerzo se pierde en el sendero espiritual. Cada paso que damos, por minúsculo que sea, queda dado, no se borra, no desaparece. Recuerda cada pequeña victoria, cómo se esponja el corazón. Aférrate a ese esponjarse. Si se produce un momento de sequedad, recuerda: “Sí, pero yo conozco el esponjarse el corazón”. Y en ese instante hazlo vívido, siente cómo el corazón se ensancha.

Sí, nuestro experimento no es fácil. Se nos pide tanto… Se nos pide tanto porque, ¡se nos quiere dar tanto! Cuando yo era adolescente, durante la enseñanza secundaria, era una alumna brillante. En el instituto donde estudiaba los profesores me exigían más que al resto de la clase. Yo llegaba a casa enfadada y protestaba a mis padres: “¡A mí me exigen más que a los demás!”. Ellos simplemente sonreían, lo que a mí, desde luego, no me hacía gracia. Sólo recientemente comprendí que me exigían más porque querían que tuviera más. Entonces no comprendí que me hacían un regalo, por eso ahora quiero tener presente el gran don que se nos hace manteniéndonos alerta.

Además, ¿qué puede arredrarnos? Nuestra alma tiene tal poder, ¡es omnipotente! ¿Qué mella pueden hacer en ella las dificultades? ¡Y cómo nos fortalecen las dificultades!

Vamos, sigamos adelante. Pensemos en la grandeza de nuestra alma. Ningún hábito, ninguna tendencia, ningún engaño, ninguna fuerza, pueden equipararse a la fortaleza de nuestra alma. Podemos tropezar y errar una y mil veces, ni uno solo de nuestros olvidos y tropiezos afectará a nuestra alma. Ella permanece siempre intacta, intocada.

En Amistad divina,

Tyagi Indrani Cerdeira
Editora de Ananda Ediciones

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