Cuando Dios LLama

18 de Febrero de 2016

Hay una hermosa historia sobre un devoto (vamos a llamarlo “Ramdas”) cuyo corazón era puro, sencillo y lleno de devoción por Dios. Cada mañana, al final de su meditación, él rezaba: “Señor, cuando me llames a abandonar este mundo, en ese momento yo iré.”

Aunque Dios nunca lo llamaba, Ramdas ofrecía esta sentida oración a diario. El tiempo pasó, y él y su esposa se llenaron de gran alegría, a la espera del nacimiento de su primer hijo. Pero tal es la naturaleza dual de maya en ondas de alegría y tristeza que su felicidad se tornó en pena cuando su esposa murió durante el parto.

Al tener al bebé indefenso en sus brazos, Ramdas se llenó de amor paternal y del deseo de proteger a este pequeño niño, sin madre. Justo en ese momento, Dios rompió su silencio y lo llamó: “Ramdas, ahora es el momento para que dejes todo y vengas a mí.”

Con los ojos llenos de lágrimas, Ramdas respondió: “Señor, sabes que Tú eres es el primer amor de mi corazón, y yo iré a Tí, pero también tengo un corazón humano. Por favor, hazme saber que este niño estará bien cuidado.”

En respuesta, Dios le dijo: “Coloca al bebé en una cesta, y déjalo en la carretera fuera del pueblo. Luego, espera detrás de un árbol, y ve qué pasa.”

Ramdas hizo lo que Dios le dijo, y después de un rato oyó el sonido de muchos caballos aproximándose. Era la reina del reino y su séquito en camino a una ciudad cercana. Al oir el sonido de los caballos, el niño se despertó de su letargo y comenzó a llorar.

Al oír el llanto, la reina detuvo la comitiva y dió instrucciones a uno de sus asistentes para que le llevara el bebé a ella. Ramdas observó con asombro cómo la reina llevó a su hijo en los brazos, y dijo: “Criaré a este pobre bebé abandonado como si fuera mío.”

Él dedicó el resto de su vida a buscar a Dios.

Él dedicó el resto de su vida a buscar a Dios.

Con su corazón calmo, Ramdas se dirigió tranquilamente al bosque para dedicar el resto de su vida a Dios.

Esta historia siempre me ha conmovido por dos razones. En primer lugar, se trata de una hermosa demostración de la comprensión y la aceptación que Dios tiene de nuestras necesidades humanas. En segundo lugar, la libertad de Ramdas para ir cuando Dios lo llama nos da una razón para preguntarnos: “¿Qué me está frenando?”

Una amiga nuestra recientemente compartió un concepto que le había ayudado mucho. Se había vuelto consciente de sus muchas “resistencias no reconocidas”: las pequeñas autodefensas, auto-justificaciones, y los apegos que permitimos que permanezcan en nuestro corazón. Para encontrar la libertad de ir a Dios cuando Él nos llama, necesitamos reconocer y eliminar todas las “resistencias” del ego.

Yoganandaji dijo, “¿Cuándo encontrarás a Dios? Cuando todos los deseos por otras cosas hayan terminado. Cuando te des cuenta de que lo único que vale la pena tener es Él. Cuando cada pensamiento, cada sentimiento se empape con el amor de Dios.”

Con alegría en el viaje interior,

Nayaswami Devi

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