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31 de Mayo de 2019

La Madre Teresa de Calcuta contó esta historia muy conmovedora. Las hermanas de su orden estaban visitando a gente muy pobre durante una época de hambruna en Calcuta. Llevaban a cada casa algo de comida que se necesitaba con urgencia: una bolsa de arroz, un poco de lentejas, y otras cosas imprescindibles. Cuando una de las hermanas le dio comida a una madre con varios niños hambrientos, para sorpresa de la hermana, la madre famélica la dividió por la mitad, diciendo “Los hijos de mi vecina también están muriendo de hambre, y debo compartir esto con ellos.”

La Madre Teresa continuó diciendo, “No estaba sorprendida de que esta mujer compartiese, ya que he visto esto a menudo entre los más pobres. Lo que me sorprendió fue que, incluso durante un momento de hambre para su familia, esta mujer podía pensar en los demás.”

Ocuparse de los demás durante momentos de dificultades personales es la marca distintiva de una consciencia expansiva. De hecho, Swami Kriyananda dijo que la habilidad de pensar primero en los demás, incluso cuando tú mismo estás sufriendo, era su principal criterio para designar a alguien como portador de la luz o acharya. El ponía esta cualidad por encima de la sabiduría acerca las enseñanzas o por la facilidad  para explicarlas.

Compartir no es solo un principio bonito para los devotos. Es vital para todos los que quieren tener éxito y felicidad, ya que compartir desata una de las fuerzas más poderosas en el universo: la ley de la Abundancia. Aquello que das a otros se incrementará; aquello que retienes disminuirá.
Esta ley espiritual a menudo se aplica al dinero. En Ananda alentamos a la gente a donar y diezmar, no solo para respaldar la obra sino que, más importante aún, para su propio crecimiento espiritual.

Sin embargo, también hay otras muchas formas en las que sugirió Paramhansa Yogananda que deberíamos compartir. Él dijo: “Sé un millonario de sonrisas. Dispara a todos con los perdigones de tus sonrisas.” Todos los que conoces necesitan tu buena voluntad. Incluso las galletas de la fortuna parecen conocer esta verdad básica: la semana pasada nos dieron una en un restaurante que decía, “Sé paciente con todos. Ellos están pelando sus propias batallas.” Necesitamos dar a los demás si nosotros esperamos recibir.

Yogananda nos enseñó esta oración suprema: “Madre, revélate, para que pueda compartirte con todos.” Comparte tus aspiraciones espirituales con todos los que te encuentres. No se necesitan sermones. A menudo la inspiración se comparte mejor no con palabras, sino con el gozo, la belleza, la risa, o la delicadeza.

Swami Kriyananda tenía un aura de amistad que lo rodeaba. Por eso incluso los desconocidos se abrían a él, y algunos lloraban cuando él se iba aunque habían pasado con él apenas una hora. Ya ven, lo Divino expresa amor en forma más pura a través de la amistad, y cuando tratamos a alguien como un amigo, servimos como canales del amor de la Madre Divina. Y, como dijo a menudo Yogananda, “El canal es bendecido por lo que fluye a través de él.”

Aquí está el mayor secreto de todos para desatar la Ley de la Abundancia: si sientes una falta de algo—dinero, sonrisas, inspiración, o amistad—es porque no lo estás compartiendo lo suficiente. Da aquello que quieres y la ley universal del Karma se asegurará de que te vuelva centuplicado.

Esa madre hambrienta conocía intuitivamente esta verdad. Tratemos de estar todos a su altura.

En abundancia,
Nayaswami Jyotish

 

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