Prefacio

Por W.Y. Evans-Wentz, M.A., D.Litt., D.Sc.
Jesus College, Oxford; Autor de:
El libro Tibetano de los Muertos,
El Gran Yogui Tibetano Milarepa,
Yoga Tibetano y Doctrinas Secretas, etc.

   El valor de la Autobiografía de Yogananda se ve realzado por el hecho de que es uno de los pocos libros que han sido escritos en inglés sobre los sabios de la India, no por periodistas o extranjeros, sino por alguien de su misma raza y preparación; es decir, un libro sobre yoguis, escrito por un yogui. Como relatado por un testigo presencial de las extraordinarias vidas y poderes de los santos hindúes modernos, el libro tiene importancia tanto temporal como intemporal. Que el lector rinda reconocimiento y gratitud a su autor, a quien he tenido el placer de tratar tanto en la India como en Estados Unidos. El excepcional documento de su vida es uno de los más reveladores de las profundidades de la mente y corazón hindúes y de la riqueza espiritual de la India, que jamás se ha publicado en Occidente.

   He tenido el privilegio de conocer a uno de los sabios cuya vida se relata aquí, Sri Yukteswar Giri. En el frontispicio de mi libro Tibetan Yoga and Secret Doctrines (Yoga Tibetano y Doctrinas Secretas)1 aparece un retrato de este venerable santo. Conocí a Sri Yukteswar en Puri, Orissa, en la Bahía de Bengala. Era el director de un tranquilo ashram cerca de la playa y se ocupaba fundamentalmente de la preparación espiritual de un grupo de jóvenes discípulos. Mostró un vivo interés en el bienestar de la gente de Estados Unidos y de toda América y también de Inglaterra, y me preguntó sobre lejanas actividades, particularmente sobre las que realizaba en California su principal discípulo, Paramhansa Yogananda, a quien amaba tiernamente y había enviado en 1920 como su emisario en Occidente.

   Sri Yukteswar era de semblante y voz delicados, de presencia agradable y merecedor de la veneración que sus seguidores le concedían espontáneamente. Toda persona que le conocía, fuera o no de su comunidad, le tenía en la mayor estima. Recuerdo vívidamente su alta, fuerte y ascética figura, vestida con el atuendo de color azafrán de quien ha renunciado a las búsquedas mundanas, de pie a la entrada de su ermita para recibirme. Su pelo era largo y algo ondulado y usaba barba. Su cuerpo era musculoso y firme, pero esbelto y bien formado, y su paso enérgico. Había elegido para su morada en la tierra la sagrada ciudad de Puri, adonde acuden diariamente multitud de piadosos hindúes, representantes de todas las provincias indias, en peregrinación al famoso templo de Jagannath, “Señor del Mundo”. Fue en Puri, en 1936, donde Sri Yukteswar cerró sus ojos mortales al panorama del estado transitorio del ser y falleció sabiendo que su encarnación había sido llevada a una conclusión triunfal.

   Me alegro, verdaderamente, de aportar este testimonio de la elevada naturaleza y santidad de Sri Yukteswar. Satisfecho de mantenerse alejado de la multitud, se entregó con tranquilidad y sin reservas a esa vida ideal que Paramhansa Yogananda, su discípulo, ha descrito para la eternidad.
W.Y. Evans-Wentz.

Agradecimientos del Autor

   Estoy profundamente agradecido a la Señora L. V. Pratt por su gran trabajo de corrección de este libro. Mi agradecimiento también a la Señora Ruth Zahn por la preparación del índice, al Señor C. Richard Wright por permitirme utilizar extractos de su diario de viaje a la India y al Dr. W. Y. Evans-Wentz por sus consejos y aliento.
Paramhansa Yogananda
28 de Octubre de 1945
Encinitas, California

Comentarios cerrados.