Capítulo 44

Con Mahatma Gandhi en Wardha

   “¡Bienvenidos a Wardha!”. Mahadev Desai, secretario de Mahatma Gandhi, nos recibió a la Señora Bletch, al Señor Wright y a mí con estas cordiales palabras y el ofrecimiento de guirnaldas de khaddar (algodón hilado a mano). Nuestro pequeño grupo acababa de apearse en la estación de Wardha en las primeras horas de una mañana de Agosto, felices de dejar el polvo y el calor del tren. Confiando nuestro equipaje a un carro de bueyes, subimos a un automóvil con el motor al aire, junto al Señor Desai y sus acompañantes, Babasaheb Deshmukh y el Doctor Pingale. Un corto trayecto por las carreteras de tierra del país nos llevó a Maganvadi, el ashram del santo político de la India.

   El Señor Desai nos condujo inmediatamente al escritorio donde, con las piernas cruzadas, estaba sentado Mahatma Gandhi. La pluma en una mano y un pedacito de papel en la otra, ¡en su rostro una amplia, encantadora y afectuosa sonrisa!

   “¡Bienvenidos!”, garabateó en hindi; era lunes, su día de silencio semanal.

   Aunque éste era nuestro primer encuentro, nos sonreímos cariñosamente. En 1925 Mahatma Gandhi había honrado la escuela de Ranchi con una visita y le había dedicado un amable tributo en el libro de huéspedes.

   Los diminutos 45 kilos del santo irradiaban salud física, mental y espiritual. Sus dulces ojos castaños brillaban de inteligencia, sinceridad y discernimiento; este estadista ha puesto a prueba su inteligencia y ha salido victorioso en miles de batallas legales, sociales y políticas. Ningún otro líder del mundo tiene un lugar tan seguro en el corazón de su pueblo, como el que Gandhi ocupa en millones de iletrados de la India. El homenaje espontáneo que estos le han tributado es su famoso título de Mahatma, “gran alma”1. Sólo por ellos Gandhi limita su vestido a la amplia tira del taparrabos, símbolo de su unidad con las masas oprimidas que no pueden permitirse nada más.

C44Gandhi

   “Los residentes del ashram están enteramente a su disposición; por favor llámelos para cuanto necesite”. Con su característica cortesía, el Mahatma me tendió esta nota escrita apresuradamente mientras el Señor Desai conducía a nuestro grupo del escritorio a la casa de huéspedes.

   Nuestro guía nos condujo a través de huertos y campos en flor a un edificio con el techo de teja y ventanas de celosía. En el patio delantero, un aljibe de 8 metros de diámetro se utilizaba, según dijo el Señor Desai, como reserva de agua para el riego; cerca había una rueda de cemento giratoria para trillar arroz. Nuestras habitaciones resultaron tener lo mínimo imprescindible, una cama, hecha a mano con cuerda. La cocina encalada ostentaba un grifo en una esquina y un hoyo para hacer fuego donde cocinar en otra. A nuestros oídos llegaban los sencillos sonidos de Arcadia, los graznidos de los cuervos y el piar de los gorriones, los mugidos del ganado y el golpe seco del cincel cortando piedra.

   Viendo el diario de viaje del Señor Wright, el Señor Desai abrió una página y escribió en ella una lista de los votos Satyagraha2 tomados por todos los seguidores estrictos del Mahatma (satyagrahis):

   “No violencia, Veracidad, No Robar, Celibato, No Posesión, Trabajo Corporal, Control del Paladar, Valor, Igual Respeto por todas las Religiones, Swadeshi (uso de productos manufacturados), Libertad de los Intocables. Estos once principios deben observarse como votos con un espíritu de humildad”.

   (El mismo Gandhi firmó esta página al día siguiente, poniendo también la fecha, 27 de Agosto de 1935).

   Dos horas después de nuestra llegada mis compañeros y yo fuimos llamados para la comida. El Mahatma ya estaba sentado bajo las columnas del porche del ashram, al otro lado de su estudio. Unos veinticinco satyagrahis descalzos estaban sentados en cuclillas ante tazas y platos de latón. Una oración en coro de la comunidad; después una comida servida en grandes cazuelas de latón consistente en chapatis (pan de harina integral sin levadura) rociado de ghee; talsari (hortalizas en dados y cocidas) y mermelada de limón.

   El Mahatma comió chapatis, alubias cocidas, algunos vegetales crudos y naranjas. Junto a su plato había un gran montón de amarguísimas hojas neem, un notable purificador de la sangre. Separaba una porción con su cuchara y lo colocaba en mi plato. Yo lo engullía con agua, recordando los días de la infancia en que mi madre me obligaba a tragar la desagradable dosis. Sin embargo Gandhi comía el engrudo de neem poco a poco, saboreándolo como si fuera un delicioso dulce.

   En este episodio sin importancia me di cuenta de la capacidad del Mahatma para separar la mente de los sentidos a voluntad. Recordé la famosa operación de apéndice a que se sometió hace algunos años. Rehusando la anestesia, el santo habló alegremente con sus discípulos durante la operación, mientras su contagiosa sonrisa revelaba su inconsciencia al dolor.

   La tarde trajo la oportunidad de una charla con una destacada discípula de Gandhi, hija de un almirante inglés, la Señorita Madeleine Slade, llamada ahora Mirabai3. Su rostro fuerte y tranquilo se iluminaba de entusiasmo mientras me hablaba, en un impecable hindi, de sus actividades diarias.

   “¡El trabajo de reconstrucción rural es gratificante! Todas las mañanas a las cinco, un grupo va a servir en las aldeas vecinas y enseñar higiene básica. Ponemos empeño en limpiar sus letrinas y las cabañas de barro y techo de paja. Los aldeanos son iletrados; ¡sólo se les puede educar con el ejemplo!”. Se rió alegremente.

   Admiré a esta mujer de la clase alta inglesa, cuya humildad cristiana le permite hacer el trabajo de limpieza que normalmente es realizado por los “intocables”.

   “Llegué a la India en 1925”, me dijo. “En este país sentí que había ‘vuelto a casa’. Ahora no desearía regresar jamás a mi vieja vida y mis viejos intereses”.

   Charlamos sobre América durante un rato. “Siempre me ha agradado y sorprendido”, dijo, “ver el profundo interés en temas espirituales que muestran los muchos americanos que visitan la India”4.

   Pronto las manos de Mirabai se ocuparon del charka (rueca), omnipresente en todas las habitaciones del ashram y de hecho, por intervención de Gandhi, omnipresente en toda la India rural.

   Gandhi ha dado razones económicas y culturales para alentar la revitalización de las industrias artesanales, pero no ha aconsejado un repudio fanático de todos los progresos modernos. ¡Las máquinas, los trenes, los automóviles, el telégrafo, han jugado parte importante en su propia vida de gigante! Cincuenta años de servicio público, en prisión y fuera de ella, luchando diariamente con detalles prácticos y duras realidades en el mundo de la política, sólo han aumentado su equilibrado, imparcial, sensato y divertido aprecio del pintoresco espectáculo humano.

   Nuestro trío gozó de la cena de las seis como huéspedes de Babasaheb Deshmukh. La oración de las siete nos encontró de vuelta en el ashram Maganvadi, subidos al tejado, donde treinta satyagrahis se habían agrupado en semicírculo entorno a Gandhi. Éste estaba sentado en cuclillas sobre una esterilla de paja, con un antiguo reloj de bolsillo abierto ante él. El sol, al declinar, proyectaba un último destello sobre las palmeras y banyas; el zumbido de la noche y los grillos habían comenzado. La atmósfera era verdaderamente serena; yo estaba embelesado.

   Un solemne canto dirigido por el Señor Desai, con respuestas de todo el grupo; después la lectura del Gita. El Mahatma me indicó que hiciera la oración de cierre. ¡Qué divina armonía de pensamiento y aspiración! Un recuerdo imborrable; la meditación en lo alto del tejado de Wardha, bajo las primeras estrellas.

   Gandhi terminó su silencio a las ocho, puntualmente. La hercúlea tarea de su vida requería repartir su tiempo minuciosamente.

   “¡Bienvenido Swamiji!”. Esta vez el saludo del Mahatma no fue vía papel. Acabábamos de descender del tejado a su estudio, amueblado sencillamente con esterillas cuadradas (sin sillas), una mesa de escritorio baja con libros, papeles y algunas plumas corrientes (no estilográficas); un reloj anodino hacía tictac en una esquina. Un aura de paz y devoción lo impregnaba todo. Gandhi ofrecía una de sus cautivadoras, hundidas y casi sin dientes sonrisas.

   “Hace años”, explicó, “comencé la observancia semanal de un día de silencio como medio de ganar tiempo y atender a mi correspondencia. Pero ahora esas veinticuatro horas se han convertido en una necesidad espiritual vital. Un periodo de silencio decretado no es una tortura sino una bendición”.

   Estuve incondicionalmente de acuerdo5. El Mahatma me preguntó sobre América y Europa; hablamos de la India y de la situación mundial.

   “Mahadev”, dijo Gandhi cuando el Señor Desai entró en la habitación, “por favor, prepara el Town Hall para que Swamiji hable allí sobre yoga mañana por la noche”.

   Mientras daba las buenas noches al Mahatma, me tendió con toda consideración una botella de aceite de citronella.

   “¡Los mosquitos de Wardha no saben nada sobre ahimsa6, Swamiji!”, dijo, riéndose.

   A la mañana siguiente nuestro pequeño grupo desayunó temprano una deliciosa avena cocida con melaza y leche. A las diez y media fuimos llamados al porche del ashram para la comida con Gandhi y sus satyagrahis. Hoy el menú incluía arroz integral, una variedad de hortalizas y semillas de cardamomo.

   El mediodía me encontró paseando por los terrenos del ashram, donde pastaban algunas vacas imperturbables. La protección de las vacas es una pasión en Gandhi.

   “Para mí la vaca significa todo el mundo subhumano, extendiendo la solidaridad del hombre más allá de su propia especie”, explicaba el Mahatma. “A través de la vaca el hombre disfruta al comprender su identidad con todas las vidas. El por qué los antiguos rishis eligieron la vaca como quintaesencia es obvio para mí. En la India la vaca era la mejor comparación; era la dadora de la abundancia. No sólo daba leche, sino que también hacía posible la agricultura. La vaca es un poema de piedad; se lee piedad en el manso animal. Es la segunda madre de millones de seres humanos. Proteger a la vaca significa proteger toda la muda creación de Dios. La llamada del orden más bajo de la creación es la más fuerte porque no habla”.

   El hindú ortodoxo está obligado a realizar tres rituales diarios. Uno es Bhuta Yajna, la ofrenda de alimento al reino animal. Esta ceremonia simboliza la comprensión humana de sus obligaciones hacia las formas menos evolucionadas de la creación, atadas por instinto a la identificación con el cuerpo que también corroe la vida humana, pero faltas de la cualidad del libre razonamiento que es característico de lo humano. Con ello Bhuta Yajna refuerza la disponsión del hombre a socorrer al débil, tal como él a su vez es reconfortado por las innumerables atenciones de seres superiores invisibles. Además el hombre tiene obligación de hacerlo por los obsequios rejuvenecedores de la naturaleza, pródiga en la tierra, el mar y el cielo. Las barreras evolutivas que causan la incomunicación entre la naturaleza, los animales, el hombre y los ángeles astrales se superan así gracias a los oficios del amor silencioso.

   Las otras dos yajnas diarias son Pitri y Nri. Pitri Yajna es una ofrenda a los ancestros, como símbolo de reconocimiento de la deuda del hombre al pasado, esencia de toda la sabiduría que ilumina actualmente a la humanidad. Nri Yajna es una ofrenda de alimento a los forasteros o a los pobres, símbolo de las responsabilidades presentes del hombre, de sus deberes hacia sus contemporáneos.

   En las primeras horas de la tarde realicé un amable Nri Yajna con una visita al ashram de Gandhi para niñas. El Señor Wright me acompañó en el viaje en coche de diez minutos. ¡Pequeñas caritas como flores sobresaliendo de los largos pedúnculos de los coloristas saris! Al final de una breve charla en hindi7 que ofrecí al aire libre, el cielo descargó un repentino chaparrón. Riéndonos, el Señor Wright y yo saltamos al coche y corrimos hacia Maganvadi entre cortinas torrenciales de plata. ¡Qué intensidad y repiqueteo tropical!

   Al regresar a la casa para invitados, me chocó de nuevo la austera simplicidad y las muestras de auto sacrificio presentes por todas partes. Gandhi hizo el voto de no posesión poco después de casarse. Renunciando al ejercicio de la abogacía, que había estado aportándole unos ingresos anuales de 20.000 $, el Mahatma repartió todos sus bienes entre los pobres.

   Sri Yukteswar solía bromear sobre el inadecuado concepto que se tiene normalmente de la renuncia.

   “Un mendigo no puede renunciar a la riqueza”, decía el Maestro. “Si un hombre se lamenta: ‘Mis negocios han fracasado; mi esposa me ha dejado; renunciaré a todo y entraré en un monasterio’, ¿a qué sacrificios mundanos está refiriéndose? Él no ha renunciado a la riqueza y el amor; ¡ellos han renunciado a él!”.

   Por otra parte, los santos como Gandhi no sólo han hecho sacrificios materiales tangibles, sino también las renuncias más difíciles a las motivaciones y metas personales, fundiendo su ser más íntimo en la corriente de la humanidad como un todo.

   La extraordinaria esposa del Mahatma, Kasturabai, no objetó nada cuando él no reservó una parte de su riqueza para el uso de ella y sus hijos. Casados muy jóvenes, Gandhi y su esposa hicieron el voto del celibato después de tener varios hijos8. Heroína tranquila en el intenso drama que fue su vida juntos, Kasturabai siguió a su esposo a la prisión, compartió con él tres semanas de ayuno y compartió plenamente con él sus innumerables responsabilidades. Rindió a Gandhi el siguiente tributo:

   “Te doy las gracias por haber tenido el privilegio de ser la esposa y compañera de tu vida. Te doy las gracias por el matrimonio más perfecto del mundo, basado en brahmacharya (auto-control) y no en el sexo. Te doy las gracias por haberme considerado tu igual en la obra de tu vida, dedicada a la India. Te doy las gracias por no ser uno de esos esposos que gastan su tiempo en el juego, las carreras, las mujeres, el vino y las canciones, cansados de sus esposas e hijos como el niño se cansa rápidamente de sus juguetes infantiles. Cuánto agradezco que no seas uno de esos esposos que dedica su tiempo a hacerse rico explotando el trabajo de los demás.

   Cuánto agradezco que hayas puesto a Dios y al país por encima de los sobornos, que hayas sido fiel a tus convicciones y hayas tenido una fe completa e incondicional en Dios. Qué agradecida estoy por tener un esposo que pone a Dios y al país por delante de mí. Te agradezco la tolerancia hacia mí y hacia mis defectos de juventud, cuando me quejaba y me rebelaba contra los cambios que hacías en nuestro modo de vivir, de lo excesivo a lo tan escaso.

   Siendo niña viví en casa de tus padres; tu madre era una gran y buena mujer; me educó, me enseñó cómo ser una esposa valiente, con coraje, y cómo conservar el amor y el respeto de su hijo, mi futuro esposo. Al pasar los años y convertirte en el líder más amado de la India, no tuve ninguno de los miedos que acosan a la esposa que puede ser desechada cuando su marido escala el éxito, como sucede con tanta frecuencia en otros países. Sabía que la muerte nos encontraría como marido y mujer”.

   Durante años Kasturabai realizó la tarea de tesorera de los fondos públicos que el idolatrado Mahatma es capaz de recaudar por millones. Hay muchas historias divertidas en los hogares de la India sobre el hecho de lo nerviosos que se ponen los maridos cuando sus mujeres llevan alguna joya a los mítines de Gandhi; ¡la lengua mágica del Mahatma, pidiendo por los oprimidos, encanta los brazaletes de oro y los collares de diamantes, sacándolos de los brazos y cuellos de las ricas y llevándolos a la cesta de la colecta!

   En una ocasión la tesorera pública, Kasturabai, no pudo responder sobre un desembolso de cuatro rupias. Gandhi, como era de esperar, publicó una revisión de las cuentas en la que señalaba inexorablemente la discrepancia de cuatro rupias de su mujer.

   Con frecuencia cuento esta historia en las clases ante mis estudiantes americanos. Una tarde, una mujer que estaba en la sala se escandalizó:

“Mahatma o no Mahatma”, gritó, “¡si fuera mi marido le hubiera puesto un ojo morado por tal insulto público e innecesario!”.

   Tras intercambiar algunas bromas joviales sobre el tema de las esposas americanas y las esposas hindúes, continué dando una explicación más completa.

   “La Señora Gandhi considera al Mahatma no como a su esposo, sino como a su gurú, alguien que tiene derecho a disciplinarla por el más insignificante error”, señalé. “Algún tiempo después de que Kasturabai fuera reprendida en público, Gandhi fue condenado a prisión por una cuestión política. Mientras se despedía tranquilamente de su mujer, ella cayó a sus pies. ‘Maestro’, dijo humildemente, ‘si alguna vez te he ofendido, por favor perdóname’”9.

   Aquella tarde a las tres, en Wardha, me dirigí, tras cita previa, al estudio del santo que había hecho de su propia mujer una discípula inquebrantable, ¡raro milagro! Gandhi miró hacia arriba con su inolvidable sonrisa.

   “Mahatmaji”, dije al sentarme en cuclillas a su lado, sobre una esterilla sin cojín, “por favor déme su definición de ahimsa”.

   “La prohibición de matar cualquier criatura viviente en pensamiento o acto”.

   “¡Bella idea! Pero el mundo siempre preguntará, ¿Se puede no matar a una cobra para proteger a un niño o a uno mismo?”.

   “No podría matar a una cobra sin violar dos de mis votos, valor y no matar. Preferiría tratar interiormente de calmar a la serpiente con vibraciones de amor. Sin duda no puedo rebajar mis normas para acomodarme a mis circunstancias”. Con su sorprendente candor, Gandhi añadió, “¡Debo confesar que no podría mantener esta conversación si tuviera una cobra enfrente!”.

   Señalé varios libros occidentales sobre dieta de publicación reciente que había en su escritorio.

   “Sí, la dieta es importante en el movimiento Satyagraha, como en todas partes”, dijo riéndose. “Como propongo una continencia total para los satyagrahis, estoy tratando siempre de encontrar la mejor dieta para el celibato. Se debe conquistar el paladar antes de poder controlar el instinto de procreación. Las dietas en las que se pasa hambre o están desequilibradas no son la respuesta. Después de superar la gula un satyagrahi tiene que continuar siguiendo una dieta vegetariana racional con todo lo necesario en cuanto a vitaminas, minerales, calorías, etc., Aplicando la sabiduría interior y exterior a dieta, el fluído sexual del satyagrahi se convierte fácilmente en energía vital para todo el cuerpo”.

   El Mahatma y yo comparamos nuestro conocimiento sobre buenos sustitutos de la carne. “El aguacate es excelente”, dije. “Hay varias plantaciones de aguacates cerca de mi centro en California”.

   El rostro de Gandhi se iluminó con interés. “Me pregunto si podrían crecer en Wardha. Los satyagrahis apreciarían alimentos nuevos”.

   “Me aseguraré de enviar algunas plantas de aguacate a Wardha desde Los Ángeles”10. Añadí, “Los huevos son un alimento con alto contenido en proteína; ¿están prohibidos para los satyagrahis?”.

   “No los huevos sin fertilizar”. El Mahatma se rió, recordando. “Durante años yo no permití su uso; incluso ahora personalmente no los como. En una ocasión una de mis nueras agonizaba a consecuencia de la malnutrición; su médico insistió en los huevos. Yo no consentía y le aconsejé que le diera algún sustituto de los huevos.

   “‘Gandhiji’, dijo el médico, ‘los huevos sin fertilizar no contienen esperma vivo; no suponen una muerte’.

   “Entonces di permiso de buena gana para que mi nuera comiera huevos; pronto recuperó la salud”.

   La noche anterior Gandhi había expresado el deseo de recibir el Kriya Yoga de Lahiri Mahasaya. Me emocionó la ausencia de prejuicios y el espíritu de investigación del Mahatma. En su búsqueda divina es como un niño, revelando la receptividad pura que Jesús elogiaba en los niños, “…de ellos es el reino de los cielos”.

   Había llegado el momento de la enseñanza prometida; varios satyagrahis entraron en la habitación, el Señor Desai, el Doctor Pingale y algunos otros que deseaban la técnica de Kriya.

   Comencé enseñando a la pequeña clase los ejercicios físicos de Yogoda. Se visualiza el cuerpo como si estuviera dividido en veinte partes; la voluntad dirige la energía sucesivamente a cada una de ellas. Pronto todos estaban vibrando ante mí como un motor humano. Era fácil observar el efecto de onda en las veinte partes del cuerpo de Gandhi, ¡siempre expuesto a la vista! Aunque muy delgado, no era desagradable de ver, su piel es suave y sin arrugas.

   Más tarde inicié al grupo en la liberadora técnica de Kriya Yoga.

   El Mahatma ha estudiado con respeto todas las religiones del mundo. Las escrituras jainistas, el Nuevo Testamento bíblico y los escritos sociológicos de Tolstoy11, son las tres fuentes principales de las convicciones no violentas de Gandhi. Él ha expresado así su credo:

   Creo que la Biblia, el Corán y el Zend-Avesta12 son de inspiración divina, al igual que los Vedas. Creo en la institución de los Gurús, pero en este tiempo millones de personas deben caminar sin un Gurú, ya que es raro encontrar una combinación de pureza y aprendizaje perfectos. Pero uno no debe desesperar de llegar a conocer la verdad de su propia religión, pues los fundamentos del hinduísmo, al igual que los de todas las grandes religiones, son inmutables y de fácil comprensión.

   Creo, como todo hindú, en Dios como Uno, en la reencarnación y la salvación… No puedo describir mis sentimientos hacia el hinduísmo como no puedo describir mis sentimientos hacia mi esposa. Ella me conmueve como no puede hacerlo ninguna otra mujer del mundo. No es que ella no tenga defectos, me atrevería a decir que tiene muchos más de los que yo veo. Pero existe el sentimiento de un vínculo indisoluble. Eso es lo que siento hacia el hinduísmo con todos sus errores y limitaciones. Nada me complace tanto como la música del Gita o el Ramayana de Tulsidas. Cuando creí que exhalaba mi último aliento, el Gita era mi consuelo.

   El Hinduísmo no es una religión excluyente. En él hay cabida para reverenciar a todos los profetas del mundo13. No es una religión misionera en el sentido común del término. Sin duda ha absorbido a muchas tribus en su ámbito, pero esta absorción ha sido de carácter evolutivo imperceptible. El hinduísmo le dice al hombre que venere a Dios según su propia fe o dharma14 y que viva en paz con todas las religiones.

   Gandhi escribió sobre Cristo: “Estoy seguro de que si viviera ahora entre los hombres, bendeciría la vida de muchos que quizá ni siquiera han oído nunca Su nombre… tal como está escrito: ‘No el que diga Señor, Señor… sino el que haga la voluntad de mi Padre’15. En la lección de Su propia vida, Jesús da a la humanidad el magnífico propósito y el único objetivo hacia el cual debería aspirar. Creo que Él pertenece no sólo al cristianismo, sino a todo el mundo, a todos los países y a todas las razas”.

   En mi última tarde en Wardha dirigí el encuentro que había sido convocado en el Town Hall por el Señor Desai. La sala estaba atestada, con gente sentada en el alféizar de las ventanas; alrededor de 400 personas para oír hablar de yoga. Hablé primero en hindi y después en inglés. Nuestro pequeño grupo regresó al ashran a tiempo para recibir unas fugaces buenas noches de Gandhi, envuelto en paz y correspondencia.

   Todavía reinaba la noche cuando me levanté a las cinco de la mañana. La vida en el pueblo ya estaba en movimiento; primero un carro de bueyes pasó por las verjas del ashram, a continuación un aldeano con un enorme fardo precariamente equilibrado sobre la cabeza. Después del desayuno nuestro trío fue al encuentro de Gandhi para los pronams de despedida. El santo se levanta a las cuatro para la oración de la mañana.

   “¡Adiós, Mahatmaji!”. Me arrodillé para tocar sus pies. “¡La India está a salvo en sus manos!”.

   Han pasado los años desde el idílico Wardha; la tierra, los océanos y los cielos se han oscurecido con una guerra mundial. Solo en medio de grandes líderes, Gandhi ha ofrecido una alternativa no violenta práctica al conflicto armado. Para dar respuesta a las reivindicaciones y evitar las injusticias, el Mahatma ha empleado medios no violentos que han demostrado una y otra vez su efectividad. Expresa su doctrina en estas palabras:

   He visto que la vida persiste en medio de la destrucción. Por tanto debe existir una ley más elevada que la de la destrucción. Sólo bajo esa ley podrá entenderse una sociedad bien organizada y merecerá la pena vivir.

   Si ésa es la ley de la vida, debemos cumplirla en la existencia diaria. Dondequiera que haya guerras, dondequiera que tengamos que enfrentarnos con un oponente, conquistémosle a través del amor. He visto que la definitiva ley del amor ha respondido en mi propia vida como jamás lo hizo la ley de la destrucción.

   En la India hemos tenido una demostración ocular de cómo opera esta ley a la mayor escala posible. No afirmo que la no violencia haya penetrado en los 360.000.000 habitantes de la India, pero afirmo que ha penetrado más profundamente que ninguna otra doctrina en un tiempo increíblemente corto.

   Se necesita un curso realmente intenso de preparación para alcanzar un estado mental de no violencia. Es una vida de disciplina, como la vida de un soldado. El estado perfecto se alcanza sólo cuando mente, cuerpo y habla están adecuadamente combinados. Todos los problemas se dirigirán por sí mismos hacia la solución si tomamos la determinación de hacer de la ley de la verdad y la no violencia la ley de nuestra vida.

   Así como un científico obtendrá maravillas con las distintas aplicaciones de las leyes naturales, un hombre que aplica las leyes del amor con precisión científica puede obtener las mayores maravillas. La no violencia es infinitamente más maravillosa y sutil que las fuerzas de la naturaleza, como por ejemplo la electricidad. La ley del amor es una ciencia de grandeza mucho mayor que la ciencia moderna.

   Consultando la Historia, puede afirmarse con certeza que los problemas de la humanidad no se han resuelto con el uso de la fuerza bruta. La I Guerra Mundial produjo una escalofriante bola de nieve de karma de guerra a nivel mundial, que creció hasta convertirse en la II Guerra Mundial. Sólo el calor de la fraternidad puede fundir la enorme bola de nieve de karma de guerra actual que, en caso contrario, desembocará en la III Guerra Mundial. Esta nefasta trinidad hará desaparecer para siempre la posibilidad de una IV Guerra Mundial, debido a lo irreversible de las bombas atómicas. Utilizar la lógica de la jungla en vez de la razón humana para solucionar los conflictos, restablecerá la jungla en la tierra. Si no somos hermanos en la vida, seremos hermanos en la muerte violenta.

   La guerra y el crimen nunca pagan. Los billones de dólares que estallaron en el humo de la nada de las explosiones, hubieran sido suficientes para hacer un mundo nuevo, casi libre de la enfermedad y totalmente libre de la pobreza. No una tierra de miedo, caos, hambre, peste, una danza macabra, sino un extenso territorio de paz, prosperidad y amplio conocimiento.

   La voz de la no violencia de Gandhi llama a la conciencia más elevada del ser humano. Que las naciones no vuelvan a aliarse nunca más con la muerte, sino con la vida; no con la destrucción, sino con la construcción; no con el Aniquilador, sino con el Creador.

“Debemos perdonar cualquier agravio”, dice el Mahabharata. “Se ha dicho que la perpetuación de las especies se debe a la capacidad de perdón del ser humano. El perdón es santidad; el perdón mantiene unido al universo. El perdón es el poder de los poderes; el perdón es sacrificio; el perdón es quietud mental. El perdón y la amabilidad son las cualidades de quien es dueño de sí mismo. Representa la virtud eterna”.

   La no violencia es una extensión natural de la ley del perdón y el amor. “Si en una batalla justa es necesario perder la vida”, afirma Gandhi, “debemos estar preparados, como Jesús, para derramar nuestra propia sangre, ‘no la de los demás’. Al final se verterá menos sangre en el mundo”.

   Algún día se escribirán poemas épicos sobre los satyagrahis de la India, que resistieron el odio con amor, la violencia con no violencia, que se dejaron matar despiadadamente antes que responder. El resultado en determinadas ocasiones históricas fue que el ejército enemigo arrojó las armas y se dio a la fuga avergonzado, sacudido hasta lo más profundo al ver a hombres que valoraban la vida de los demás por encima de la propia.

   “Si hubiera sido necesario habría esperado durante siglos”, dice Gandhi, “antes que buscar la libertad de mi país por medios sangrientos”. El Mahatma nunca olvida la solemne advertencia; “Todo el que tome la espada perecerá por la espada”16. Gandhi ha escrito:

   Me llamo a mí mismo nacionalista, pero mi nacionalismo es tan amplio como el universo. Incluye en su extensión a todas las naciones de la tierra17. Mi nacionalismo incluye el bienestar de todo el mundo. No quiero que mi India se eleve sobre las cenizas de otras naciones. No quiero que mi India explote a un solo ser humano. Quiero una India fuerte para que contagie a las demás naciones con su fuerza. Cosa que no hace actualmente una sola nación europea; no se fortalecen unas a otras.

   El Presidente Wilson citó sus bellos catorce puntos, pero dijo; “Después de todo, si nuestros intentos por alcanzar la paz fracasan, tenemos nuestros armamentos a que recurrir”. Quiero invertir esa postura y digo: “Nuestros armamentos ya han fracasado. Busquemos algo nuevo; intentemos la fuerza del amor y de Dios, que es real”. Cuando la tengamos, no desearemos nada más.

   Gracias a la preparación que el Mahatma dio a miles de verdaderos satyagrahis (aquellos que han tomado los once rigurosos votos mencionados en la primera parte de este capítulo), quienes a su vez expandieron el mensaje; gracias a la paciente educación de las masas indias en la comprensión de los beneficios espirituales, y con el tiempo materiales, de la no violencia; gracias a equipar a su gente con las armas de la no violencia, no cooperación con la injusticia, buena voluntad para soportar la humillación, la prisión, la muerte misma antes que recurrir a las armas; gracias a ganarse la simpatía mundial con los innumerables ejemplos de martirio heroico entre los satyagrahis, Gandhi ha representado la naturaleza práctica de la no violencia de una forma espectacular, su solemne poder para resolver los conflictos sin guerras.

   Utilizando la no violencia, Gandhi ha obtenido ya más concesiones políticas para su país que las obtenidas jamás por ningún líder de ningún país a no ser por las balas. Los métodos no violentos para la erradicación de errores y males han sido aplicados no sólo en la arena política, sino en el delicado y complejo campo de la reforma social india. Gandhi y sus seguidores han eliminado muchas enemistades heredadas desde antiguo entre hindúes y mahometanos; cientos de miles de musulmanes ven al Mahatma como a su líder. Los intocables han encontrado en él a su valeroso y triunfante campeón. “Si me está reservado un renacimiento”, escribió Gandhi, “deseo nacer como un paria entre parias, pues así podré rendirles un servicio más efectivo”.

   El Mahatma es verdaderamente una “gran alma”, pero son los millones de iletrados quienes han tenido el discernimiento de otorgarle el título. Este dulce profeta es venerado en su propio país. El humilde aldeano ha sido capaz de elevarse hasta el gran reto de Gandhi. El Mahatma cree incondicionalmente en la nobleza inherente al ser humano. Los inevitables fracasos jamás le han desilusionado. “Aunque el contrario juegue en falso veinte veces”, escribe, “el satyagrahi está preparado para confiar en él la vez veintiuna, pues una confianza absoluta en la naturaleza humana es la verdadera esencia de la religión”18.

   “Mahatmaji, usted es un hombre excepcional. No puede esperar que el mundo actúe como usted”. Observó una vez un crítico.

   “Es curioso cómo nos engañamos a nosotros mismos; creemos que el cuerpo puede ser mejorado, pero que es imposible sacar a la luz los poderes ocultos del alma”, contestó Gandhi. “Me dedico a intentar demostrar que si yo tengo alguno de esos poderes, soy un mortal tan frágil como cualquiera de nosotros y que nunca tuve nada de extraordinario ni lo tengo ahora. Soy un simple individuo expuesto a equivocarme como cualquier otro mortal. Tengo, no obstante, la suficiente humildad para confesar mis faltas y dar marcha atrás. Reconozco que tengo una inamovible fe en Dios y en Su bondad y una incombustible pasión por la verdad y el amor. ¿Pero esto no está latente en todas las personas? Si estamos aquí para progresar, no debemos repetir la historia, sino hacer una nueva historia. Debemos engrandecer la herencia que nos legaron nuestros antepasados. Si podemos hacer nuevos descubrimientos e invenciones en el mundo fenoménico, ¿debemos declararnos en quiebra en el terreno espiritual? ¿Es imposible multiplicar las excepciones hasta hacer de ellas la norma? ¿Debe el hombre ser siempre primero un bruto y después un hombre, si acaso lo es?19

   Los americanos recordarán bien y con orgullo el éxito de la experiencia no violenta de Willian Penn al fundar la colonia de Pennsylvania en el siglo XVII. No hubo “fuertes, ni soldados, ni milicia, ni siquiera armas”. En medio de las salvajes guerras fronterizas y las carnicerías que tuvieron lugar entre los nuevos colonos y los indios americanos, sólo los cuáqueros de Pennsylvania no fueron molestados. “Otros fueron asesinados; otros fueron masacrados; pero ellos estuvieron a salvo. Ninguna mujer cuáquera fue agredida; ningún niño cuáquero fue matado; ningún hombre cuáquero fue torturado”. Cuando finalmente los cuáqueros fueron obligados a entregar el gobierno del estado, “estalló la guerra y algunos habitantes de Pennsylvania fueron matados. Pero sólo tres cuáqueros fueron asesinados, tres que habían descendido tanto en su fe como para tomar las armas para defenderse”.

   “El recurso a la fuerza en el Gran Guerra (I) fracasó en aportar tranquilidad”, ha señalado Franklin D. Roosevelt. “La victoria y la derrota fueron igualmente estériles. El mundo debería aprender esa lección”.

   “Cuantas más armas violentas, más miseria para la humanidad”, enseñó Lao-Tse. “El triunfo de la violencia termina en un festival de duelo”.

   “Estoy luchando por nada menos que la paz mundial”, ha declarado Gandhi. “Si el movimiento indio es conducido al éxito sobre las bases de una Satyagraha no violenta, habrá un nuevo significado para el patriotismo y, si puedo decirlo con toda humildad, para la misma vida”.

   Antes de que Occidente rechace el proyecto de Gandhi como el de un soñador falto de sentido práctico, reflexionemos en una definición de Satyagraha del Maestro de Galilea:

   “Habéis oído decir, Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo, No sólo no opongáis resistencia al mal20, sino que si alguien os abofetea en la mejilla derecha, ofrecedle también la otra”.

   La época de Gandhi se ha extendido, con la bella precisión del ritmo cósmico, por un siglo ya desolado y devastado por dos Guerras Mundiales. En el muro de granito de su vida aparece un escrito divino: una advertencia contra el derramamiento de sangre entre hermanos.

C44EscrituraGandhi

____________________________________________________________________________________

1 Su nombre de familia es Mohandas Karamchan Gandhi. Él nunca se refiere a sí mismo como “Mahatma”. Volver

2 La traducción literal del sánscrito es “sostener la verdad”. Satyagraha es el famoso movimiento de la no violencia dirigido por Gandhi. Volver

3 Recientemente han circulado noticias falsas y malintencionadas sobre la ruptura de todo lazo con Gandhi por parte de la Señorita Slade y el abandono de sus votos. La Señorita Slade, discípula Satyagraha del Mahatma durante veinte años, publicó un artículo firmado en el United Press, datado el 29 de Diciembre de 1945, en el que explica que estos rumores sin base se levantaron cuando se marchó, con las bendiciones de Gandhi, a un pequeño lugar del Noreste de la India, cerca de el Himalaya, con el objetivo de fundar allí su ahora floreciente Kisan Ashram (centro para de ayuda médica y agrícola para los campesinos). Mahatma Gandhi planea visitar el nuevo ashram durante 1946.  Volver

4 La Señorita Slade me recordaba otra distinguida mujer occidental, La Señorita Margaret Woodrow Wilson, la hija mayor del gran presidente estadounidense. La conocí en Nueva York; tenía un enorme interés por la India. Más adelante se fue a Pondicherry, donde pasó los últimos cinco años de su vida siguiendo feliz el sendero de la disciplina a los pies de Sri Aurobindo Ghosh. Este sabio nunca habla; sólo recibe en silencio a sus discípulos en tres ocasiones al año. Volver

5 Durante años, en América, he observado periodos de silencio, para consternación de visitas y secretarios. Volver

6 No dañar, no violencia, la piedra angular del credo de Gandhi. Gandhi nació en una familia de jainistas estrictos, que veneran ahimsa como la virtud raíz. El Jainismo, una secta del Hinduísmo, fue fundado en el siglo VI a. de C. por Mahavira, un contemporáneo de Buda. Mahavira significa “gran héroe”;¡ojalá mire a través de los siglos y vea a su heroico hijo Gandhi! Volver

7 El hindi es la lengua franca para toda la India. Lengua indo-aria con profundas raíces en el sánscrito, el hindi es la lengua vernácula del Norte de la India. El principal dialecto del hindi occidental es el indostaní, que se escribe tanto en caracteres Devanagari (sánscrito) como en caracteres arábigos. Los musulmanes hablan su subdialecto Urdu. Volver

8 Gandhi describió a su esposa con tremendo candor en The Story of my Experiments with Truth (Ahmedabad: Navajivan Press, 1927-29, 2 vol.). Esta autobiografía ha sido resumida en Mahatma Gandhi, His Own Story, editado por C. F. Andrews, con una introducción de John Haynes Holmes (Nueva York: Macmillan Co., 1930).

Muchas autobiografías repletas de nombres famosos y hechos llenos de color silencian casi completamente cualquier fase de análisis o desarrollo interno. Uno deja a un lado esos libros con cierta insatisfacción, como diciendo: “He aquí a un hombre que conoció a muchas personas notables, pero no se conoció a sí mismo”. Esta reacción es imposible con la autobiografía de Gandhi; él expone sus errores y subterfugios con una devoción impersonal a la verdad poco común en los anales de cualquier época. Volver

9 Kasturabai Gandhi murió en prisión en Poona, el 22 de Febrero de 1944. Gandhi, que normalmente no se emociona, lloró en silencio. Poco después sus admiradores propusieron crear un Fondo Conmemorativo en su honor, se recaudaron 125 lacs de rupia (cerca de cuatro millones de dólares) procedentes de toda la India. Gandhi dispuesto que el fondo se utilizara en la labor de asistencia social entre las mujeres y los niños de los pueblos. Él informa sobre estas actividades en su publicación semanal, Harijan. Volver

10 Poco después de regresar a América envié un cargamento a Wardha. Desafortunadamente las plantas murieron por el camino, incapaces de resistir los rigores de largo transporte marítimo. Volver

11 Gandhi también ha estudiado cuidadosamente los escritos sociológicos de otros tres escritores occidentales, Thoreau, Ruskin y Mazzini. Volver

12 La escritura sagrada dada a Persia alrededor del año 1000 a.C. por Zoroastro. Volver

13 La característica singular del hinduísmo entre las religiones del mundo, es que no deriva de un único gran fundador, sino de las escrituras védicas impersonales. Por ello el hinduísmo da libertad para incorporar en su ámbito el culto a los profetas de todos los tiempos y países. Las escrituras védicas regulan no sólo las prácticas devocionales, sino todas las costumbres sociales importantes, en un esfuerzo por poner todas las acciones del hombre en armonía con la ley divina. Volver

14 Una palabra sánscrita global para ley; acuerdo con la ley o rectitud natural; deber como inherente a las circunstancias en que el hombre se encuentra en cada momento dado. Las escrituras definen dharma como “las leyes universales cuya observancia permite al hombre salvarse de la degradación y el sufrimiento”. Volver

15 Mateo 7:21. Volver

16 Mateo 26:52. Volver

17 “Que el hombre no se enorgullezca de esto, de amar a su país;
Que por el contrario se enorgullezca de esto, de amar a su género”. Proverbio persa. Volver

18 “Entonces Pedro se le acercó y le dijo, Señor, cuántas veces mi hermano pecará contra mí y yo le perdonaré ¿hasta siete veces? Jesús le dijo, no te digo Hasta siete veces, sino Hasta setenta veces siete”. Mateo 18:21-22. Volver

19 El Señor Roger W. Babson le preguntó una vez a Charles P. Steinmetz, el gran ingeniero especialista en electricidad: ¿Qué línea de investigación verá el mayor desarrollo en los próximos cincuenta años?”. “Creo que los mayores descubrimientos se harán en la línea espiritual”, respondió Steinmetz. “Allí hay una fuerza que ha sido, según enseña claramente la Historia, la mayor fuerza de desarrollo de los hombres. Hasta ahora hemos estado tan sólo jugando con ella y nunca la hemos estudiado seriamente como hemos hecho con las fuerzas físicas. Algún día la gente aprenderá que las cosas materiales no aportan la felicidad y son poco útiles para dar a los hombres y mujeres creatividad y poder. Entonces los científicos del mundo volverán sus laboratorios hacia el estudio de Dios y la oración y las fuerzas espirituales que hasta ahora han sido apenas arañadas. Cuando llegue ese día, el mundo verá más avances en una generación que los vistos en las cuatro últimas”. Volver

20 Es decir, oponerse al mal con el mal. (Mateo 5:38-39). Volver

Comentarios cerrados.

No se admiten más comentarios