Atrapando a Dios

Atrapando a Dios

 19 de febrero de 2021

 Una vez cuando era chico, y tenía tres o cuatro años de edad, mi tío estaba visitando a nuestra familia. Él tenía un sentido del humor peculiar que tendía a las bromas prácticas. Una mañana soleada de primavera yo estaba jugando al aire libre, cuando él se me unió en el patio con un salero, y una mirada traviesa en su rostro. Como sucede durante la primavera en Minnesota, nuestro patio estaba lleno de petirrojos saltando en busca de gusanos.

Mi tío pregunto en forma conspirativa, “¿Quieres atrapar un petirrojo?” Claro que quería: ¡Qué divertido! Él dijo, “Toma este salero, escabúllete, y pon un poco de sal en la cola del ave. Luego cuando se da vuelta para probar la sal, lo atrapas.”

Pasé bastante tiempo tratando esta estrategia, solo para fallar una y otra vez. Finalmente, frustrado, me senté en el césped. Mi madre, que había estado observando este pequeño drama y sabiendo que había sido víctima de las trampas de mi tío, salió, me alzó, y me dio un gran abrazo. Luego entramos juntos en la casa para tomar chocolate caliente.

Otra vez, muchas décadas después, tuve más éxito intentando atrapar algo. Esta vez estábamos en la comunidad de Ananda cerca de Asís, Italia, disfrutando una cena relajada con algunos amigos. De repente, una de las mujeres gritó, “¡Hay un ratón! ¡Hay un ratón!” Su grito, por supuesto, asustó a la pobre criaturita, y huyó. Esta era una situación que requería de una solución, y yo tenía una.

Pedí una caja de zapatos, que sostuve con un tenedor, y puse un poco de queso en el interior. Até una cuerda al tenedor y disfruté el resto de la comida y una conversación larga y amable con nuestros amigos. Pero con el rabillo del ojo, estaba observando la caja. Eventualmente, el pequeño ratón salió y fue por el queso. Tiré de la cuerda, la caja cayó sobre él, y quedó atrapado. Un poco más tarde lo llevamos afuera y lo dejamos ir en el bosque.

De estas dos historias, creo que, curiosamente, la primera es la mejor manera de atrapar a Dios. La segunda historia me dejó con una cierta sensación de logro en mi habilidad para atrapar, lo que me llevo a dar cuenta de que yo nunca atrapé al ratón: él me atrapó a mí. Después de todo, luego de un poco de reflexión nos comenzamos a dar cuenta que era la Madre Divina actuando todos los papeles: el ratón; la caja, la cuerda y el queso; y todos los amigos sentados a la mesa. Ella nos estaba entreteniendo esa noche. Mi pequeña sensación de orgullo hizo que Ella se escondiese, seguramente como el grito de mi amiga hizo con el ratón.

Pero ambas historias ilustran una parte válida de nuestro objetivo de atrapar a Dios. A veces necesitamos una determinación calma y sostenida, quedándonos atentos a los susurros de Dios. Sin embargo, al final, toda energía que pongamos es solo una parte del cuadro. Yogananda dijo que nuestros esfuerzos equivalen al veinticinco por ciento, mientras que la gracia de Dios y el Gurú completan el otro setenta y cinco por ciento.

A veces necesitamos una determinación calma y sostenida,  quedándonos atentos a los susurros de Dios.

Si pensamos que podemos atrapar a Dios con “trampas,” estamos tristemente equivocados. La primera historia nos muestra que hay cosas, tanto en este mundo como en nuestra búsqueda espiritual, que están más allá de nuestro control deliberado. Cuando intentamos poner sal en la cola de Dios, Él siempre parece alejarse. Finalmente, con entrega, necesitamos sentarnos en calma en un lugar agradable y soleado. Cuando hacemos esto en meditación, la Madre Divina viene, nos envuelve en Sus brazos, y nos lleva a casa.

En gozo,

Nayaswami Jyotish

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