Ahora Más Que Nunca

Ahora Más Que Nunca

 4 de diciembre de 2020

 “¿Dónde están hoy los grandes santos y salvadores para ayudar a guiarnos? Dios ya no parece estar más presente en el mundo.” Mientras el mundo parece estar yendo en un espiral descendente de pérdida de valores, fe y esperanza, a menudo escuchamos este lamento de nuestros amigos.

Sin embargo, si cambiamos nuestras expectativas de que Dios aparezca como un sabio barbudo y benévolo en una robe suelta bendiciendo a las multitudes, tal vez podamos ver que Él está muy presente, pero con una apariencia diferente. Ya que en la evolución de la consciencia humana, Dios aparece de acuerdo a las lecciones que la humanidad necesita en un momento en particular.

En la Biblia, Jesucristo describe cómo complacer a Dios y de esta manera entrar en el reino de los cielos: “Porque yo tuve hambre, y ustedes me dieron de comer: Yo tuve sed, y me dieron de beber: Yo estuve de paso, y me alojaron; estuve desnudo, y me vistieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve preso, y me vinieron a ver.”

Luego los justos preguntaron: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te alimentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber?”

Y el Señor respondió, “Ya que lo que han hecho al más pequeño de mis hermanos, me lo han hecho a mí.” (Mateo 25:35–40)

Cuando vemos fotos de barcas llenas de inmigrantes sin hogar buscando refugio; o niños muriendo de hambre cuyo país ha sido devastado por la guerra civil; o médicos trabajando en hospitales hasta estar exhaustos, ¿qué evoca esto en nuestro corazón? ¿Es compasión, pena, y el deseo de hacer lo que podamos para ayudar a los demás? ¿O indiferencia, juicio, y el pensamiento de que no es nuestro problema?

Tal vez Dios necesita venir a nosotros ahora como sufrimiento generalizado para despertar en nuestro pecho el amor desinteresado por los demás y romper los pensamientos dominantes de codicia e interés propio. En el corazón de cada santo o salvador de cualquier religión está la compasión más profunda por la angustia de “el más pequeño de mis hermanos.”

Ahora, en esta era de cinismo, pueden aparecer grandes santos, solo para ser rechazados por la mayoría de la humanidad. En vez de eso Dios puede venir a nosotros en la forma de sufrimiento humano para despertar la compasión divina en la humanidad. Ya que como dijo Cristo, cuando aliviamos el sufrimiento de otro, en realidad nos acercamos a Dios, que está presente tanto en nuestros actos de compasión como en aquellos a quienes ayudamos.

Un amigo me envió recientemente una hermosa plegaria/poema escrito por un sacerdote francés, Michel Quoist, que murió en 1997. Es más bien largo, así que lo condensaré aquí para ti:

Señor, ¿Por Qué Me Pediste Que Ame?

Señor, ¿Por qué me pediste que ame a todos los hombres, mis hermanos?

Lo he intentado, pero vuelvo a ti, asustado…

No sabía que estaban tan cerca; en esta casa, en esta calle, en esta oficina; mi vecino, mi colega, mi amigo.

Tan pronto como comencé a abrir la puerta los vi, con las manos extendidas, ojos ansiosos, corazones  anhelantes…

Están demasiado hambrientos; ¡me están consumiendo!

¡Señor! He perdido todo…

No te preocupes, dice Dios, has ganado todo,

Mientras los hombres iban a ti,

Yo, tu Padre,

Yo, tu Dios,

Me deslicé entre ellos.

Ahora más que nunca necesitamos llevar gozo y esperanza a alguien que se haya hundido en la desesperación. Necesitamos practicar la paciencia con gente que tiene visiones de la realidad muy diferentes a las nuestras. Necesitamos aceptar que aunque no podemos cambiar a todo el mundo, podemos llevar luz a las vidas de aquellos a nuestro alrededor.

Y ahora, más que nunca, necesitamos entender que cada acto de servicio, compasión, y amor atrae la presencia de Dios poderosamente en el mundo. Llegará el día en que nadie dudará la realidad de Su existencia, y cuando sintamos nuestra unidad con Él y el uno con el otro.

Unida a ti en hermandad mundial,

Nayaswami Devi

 

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