¿A QUIÉN ESTÁS TRATANDO DE COMPLACER?

29 de marzo de 2018

Al comienzo del tiempo que pasaron juntos, Paramhansa Yogananda le indicó a su discípulo directo  Swami Kriyananda, que su misión en esta vida sería dar conferencias, editar y escribir. Cuando conocí a Swamiji en 1969, él estaba constantemente involucrado en estas tres actividades, tanto como en la labor Hercúlea de iniciar el movimiento de comunidades espirituales a través de Ananda.

Su vida no fue la vida típica de un yogui, de no involucrarse, sino una vida que demandó mucho de su fuerza física, mental y espiritual. Sin importar cuánta energía demandaba de él el hecho de viajar, dar conferencias, y otras responsabilidades, él produjo una serie de libros inspiradores y hermosamente escritos.

Recuerdo una vez estar discutiendo con él acerca de un proyecto literario que él quería que yo emprendiese. Insegura de mi misma, le dije, “Swamiji, no soy una buena escritora.” Sin darme lugar para excusas, simplemente respondió, “Entonces mejor te arremangas y te pones a trabajar.”

Observar su vida siempre fue una poderosa enseñanza. Él fue un escritor consumado desde su juventud, pero sin embargo se esforzaba increíblemente en eso. “A veces,” nos contó, “editaba un capítulo cincuenta veces antes de quedar totalmente satisfecho.”

Una vez compartió con nosotros una historia acerca de la escritura, que dijo que fue una broma hacia él. Recibió una carta de alguien que lo elogiaba por su estilo de escritura claro e inspirador. Al día siguiente, cuando comenzó a trabajar en el libro que estaba escribiendo, pensó para sí mismo, “Mejor hago un buen trabajo hoy. No quiero desilusionar a mi público.”

Pero a medida que trataba de escribir, no podía entrar en su flujo creativo habitual. Al darse cuenta de que estaba escribiendo para complacer a “su público,” se rió, sacó este pensamiento de su mente, y comenzó nuevamente desde el principio. Esta vez se concentró en la sintonía con su gurú y los puntos que trataba de explicar, y rápidamente “recuperó su flujo.”

Swamiji dijo una vez que trabajar para ganar la aprobación o reconocimiento de los demás es esclavitud, mientras que trabajar para complacer solo a Dios es libertad.

Superar la necesidad de los elogios de la gente es un gran desafío para todos nosotros. Una amiga mía recientemente me escribió pidiendo consejo sobre cómo elevarse sobre esta necesidad, y cómo servir más con el pensamiento de complacer a Dios. Aquí están algunas de las sugerencias que le di:

1) Si alguien elogia tu servicio, recuerda que cualquier cosa buena que hacemos fluye a través nuestro desde Dios. Agradece mentalmente a Dios por ayudar a quien quiera que te haya agradecido.

2) Al trabajar con un equipo, asegúrate de que todos comparten el crédito de lo que se ha hecho, y toma para ti mismo tan poco de este crédito como sea posible. 

3) Al meditar durante la noche, ofrece conscientemente a Dios todo lo que has hecho ese día, y luego suéltalo.

 4) Repite estas palabras de Yoganandaji regularmente: “Amado Padre, me doy cuenta que los elogios no me hacen mejor, ni la culpa peor. Yo soy lo que soy ante mi consciencia y ante Ti. Seguiré adelante, haciendo el bien a todos y buscando siempre complacerte, porque así hallaré mí única y verdadera felicidad.”

En todo lo que haces—incluso la tarea más humilde—busca conscientemente complacer solamente a nuestro Padre Celestial/Madre Divina. Su aprobación nos asegura el gozo duradero de la trascendencia del ego.

En amorosa amistad,

Nayaswami Devi

 

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